En la carnicería, Antoñita también le echa piropos mientras nos elige un chorizo de los que le gustan a Pablo.
-Sí estoy muy bien comparao con los de mi tiempo- me dice al salir, presumiendo – Yo lo sé por lo que me cuenta Ángel, de los del pueblo…Que están todos mucho más «imposibilitaos» que yo…Hay uno, que somos quintos y tiene los mismos apellidos, pero de coincidencia, no porque seamos parientes y fuimos juntos a la mili, claaaro…-se ríe- Y una vez, ¡verás lo que le pasó! Pues que llamaron para vacunar, sería pa el tifus, unas fiebres que daban antes…El caso es que me llamaron a mí «¡García Ortiz!, ¡García Ortiz! «Y yo como no estaba, porque siempre que podía aprovechaba pa escaparme de allí… pues va y se presenta él, que ya le habían llamao y vacunao antes… ¡Y allá que le pincharon otra vez! ¡Se le puso el brazoooo! Bueno, el brazo y todo lo demás, que le tuvieron que hospitalizar y a punto estuvo de pasarle algo malo por la «sobredosis»…
¡Serás tonto!¿Pa qué vuelves a entrar si ya te la habían puesto?…¡Ay! Cómo tú no estabas, me diceeee, no me fueran a hacer algo por no acudir-se ríe- y ¡buena se la hicieron!