-Pablo, te estoy haciendo una prueba para ver cómo tienes el corazón
-Pues yo creo que ese está en su sitio, que no se me ha movío…lo que se me mueve mucho es la cabeza, como si estuviera llena de cosas que quieren salir y no encuentran por dónde y me dan golpes, así, por dentro…y las piernas que se ponen a dar patás ellas solas cuando estoy sentao o tumbao, las jodías, como si quisieran echar a correr y luego, cuando «echoa’ndar» me pesan, ¡Uuuuuh!, como si las llevara atás a algo, como esto que me pones así, pero arrastrando un peso…y ¿por qué me pones esto en las piernas si lo que estás buscando es el corazón?, dices…
– Todo lo tenemos conectado, Pablo. El corazón está en su sitio, pero está trabajando para el resto del cuerpo…Y parece que a ti…, ahora te lo dirá la doctora, pero te funciona muy bien
– Entonces…Si no hacéis más que decir que lo tengo todo bien ¿Qué es lo que no marcha?
– El sistema de comunicaciones, Pablo. Tienes bien todas las piezas, pero no saben, entre ellas…encajarse.
Se queda callado, distraído, como si hubiera dejado de estar ahí. Cuando salimos, le digo lo bien que ha preguntado y que sí ha entendido las explicaciones..
– Yo no sé -arruga la frente y se coloca la gorra- …¡me ha parecío que me tenían atao así con unos cables! – se ríe, apartando un pensamiento de su cabeza – ¡ lo habré soñao!