Archivo de la etiqueta: autoayuda

Quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos

Se pasa mucho tiempo dentro del baño; yo a veces abro, despacito, la puerta para comprobar que esté bien y le veo ensimismado frente al espejo, entablando con él un diálogo gestual: enarcando una ceja, sonriendo, colocándose el pelo hacia delante, cubriéndose lo ralo…

Luego me voy a la cocina y le espero, con la leche caliente y las pastillas preparadas.

Hoy al sentarse, me ha mirado muy serio y me ha dicho

– Yo es que no sé quién soy – se señala las venas abultadas de las manos – yo es que no sé qué hago aquí…

Pienso que se refiere a estar dentro de ese cuerpo que no reconoce y empiezo a contarle cosas de su infancia y sus padres, cosas que le he oído tantas veces, para llevarle a un sitio «conocido»… Según voy hablando veo que no se interesa nada por mi voz, que probablemente no me entiende, pero me mira y canta:

– ¿Qué importa saber quién soy ni de dónde vengo ni de dónde voy🎶🎶🎶

Tirando de sí mismo

Pablo, ¿no te envuelves con la bufanda? ¿no te tapas la boca?

Eso se decía antes mucho, «tápate la boca con la chalina» Sobre tó al salir del metro y a los niños, porque en ese contraste de la bocaná de frío que te llegaba, pues te entraban los microbios del constipao así de golpe…pero ahora ya se habrán muerto los microbios esos, con tantas cosas que echan en la «amósfera», porque ya no se oye hablar de ellos…Pues mira, ya se me ha pasao la tiritona. Y es que andando se quita el frío, o eso dicen…Y ahora la chalina, mira,  me sirve de collera y me voy llevando como un cabestro-se ríe-¿Tú no sabes que hubo uno que se cayó en una ciénaga montao a caballo y salió tirándose de la coleta? ¡Tú qué vas a saber! Pues sí, eso pasó que él mismo se sacó del atolladero donde había caído con caballo y tó…Y eso hago yo, ir tirando de mi también… porque me pesan las piernas y no puedo ni con mi alma…¡A ver, te empeñas en que hay que salir! Pero el frío se me ha pasao, sí


Cabeza borradora

Le han dado una mala noticia, han ingresado a su hermano F. en un hospital. Se preocupa y se agobia, pero no sabe expresarlo. Dice que no ve bien, se encierra a observarse a sí mismo, le digo que ya tenemos cita para el oculista, se queja «¿Pa qué tantos médicos?» Le digo que todavía no es, que falta más de un mes, pero que si no quiere no vamos. Me mira como si estuviera diciendo un disparate. Aparta la comida que ha mordisqueado un poco, pregunta si ya se ha tomado las pastillas, le digo que sí, pero que comer no ha comido nada, que ha hecho el «paripé» como un niño pequeño y que no siendo dulce «no le pasa» (eso dice)…

– Entonces, ya sabiéndolo ¿por qué no me pones siempre dulce?

Se ríe y me dice que lo que hay que hacer es sembrar calabazas, que eso es muy bueno de comer y que cuándo vamos a comprarle semillas, que ya nos lo ha dicho varias veces y no le hacemos caso. Le digo que se prepare que nos vamos. Yo siempre estoy preparao, dice.IMG_20170509_121805_processed Y aquí estamos, camino del huerto con toda la solanera encima y Pablo con el sobre de semillas en la mano

Tomárselo con calma

El sol es gratis, y algunas naranjas también… pero todo lo demás cuesta un esfuerzo: Tener un horizonte, cuidar y ser cuidado, sentir, recordar, volver, romper silencios, plantar cebollas, querer, escuchar a los pájaros y distinguir sus voces, leer y ser leído, ponerse límites, estar limitado, adaptarse a las limitaciones, respirar (a veces), dar y recibir, intentar cosas nuevas y alguna de las viejas que ya hemos intentado antes, tomárselo con calma y apoyarse en un bastón de caña pulida y el sol allí delante sin ninguna sombra (salvo las que llevamos dentro) como si fuéramos el final de un western en el que el pistolero se aleja, dejando todo en orden, en busca de nuevas aventuras.