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Pablo, Ernesto y el don de lenguas

Esta semana de fiestas hemos tenido en casa:

-Yo no sé quien serían y no es que no atienda a lo que dicen, que los veo moverse y hacer gestos y hablar entre ellos pero yo no alcanzo a saber de qué, lo único el chavalillo ese, que le conté lo de   la zorra y el oso  y parecía que se fijaba mucho en lo que le decía…ése ¿de quién es? Bueno yo qué voy a saber ya, si se me olvida hasta si es el almuerzo o la cena, pero esas fábulas que me contaba mi abuelo, yo no sé el tiempo que hará ya y…¡Oye!, lo que son las cosas, lo tengo grabao como si lo estuviera viendo ahora mismo

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pero lo que me dijo el muchacho ese ( algo de bichos) algo me dijo o preguntó, ¡no sé, ya no me acuerdo! pero me parece a mí que algo se le quedó de lo que yo le hablaba…¿Eran de por aquí? No parecían…pero a mi qué me importa si abren la boca y dicen  en su lengua lo que quieran, yo me fijo en el gesto y me figuro lo que me parece…¿Te ríes? Sí, ya sé que ya estoy como la tía Sabina que no sabe si mea «o» orina…

 

El que poco sabe, pronto lo reza

Dejo cortada la fruta (hoy sandía) y un yogur con mermelada, mientras se van haciendo los guisantes lentamente, al gusto de Pablo, «bien pasaítos». Salgo del radio de vigilancia unos minutos. Cuando vuelvo ya está comiendo, ha empezado por el yogur. Le pregunto por qué no me llama si tenía tanta prisa.

-Lo he visto aquí, tan preparaíto…

Le sirvo la verdura y se la va comiendo con la fruta. Una pinchaíta de cada.

– ¡Qué pronto has terminado hoy!

– A ver, (suena como *aave ) si no me das más… El que poco sabe pronto lo reza … Rezar, lo que se dice rezar, yo sé bien poco… Ahora  me estoy acordando de la mujer del confitero, que aprovechaba cuando su marido estaba en misa pa venir a vendernos un cacillo de  trigo  a la tienda, 

que le iba sisando del saco a escondías y poco a poco pa que no se echará a deber el hombre…Luego ella iba a la misa de medio día, con las mujeres, como si ná…¡Esa sí que sabía mucho… de rezar!… Bueno, yo ya me voy a descansar un rato…si no se ofrece más…

 

 

 

La cabeza perdida y la tormenta de ranas

Ayer, cuando me levanté Pablo no estaba en casa. Fui en su busca siguiendo el camino que suele tomar cuando pasea solo. A la vuelta, sin que ninguna de las personas a las que pregunté le hubiera visto, me esperaban dos policías que lo habían encontrado en el pueblo de al lado.

-Estababa desorientado, pero nos ha sabido dar sus señas.  No obstante es bueno que lleve puesta una pulserita con teléfono y dirección – Nos han dicho muy amablemente.

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Anoche hubo una tormenta eléctrica y llovió copiosamente.

Esta mañana nos hemos levantado muy temprano y después de las pastillas, la leche y las galletas, hemos salido a dar un paseo. Los dos juntos y sin desasosiego. Ya en el camino nos hemos topado con algo que no se ve a menudo,  un montón de ranas diminutas que se movían desordenadamente, brincando de un lado a otro.

– ¡Mira!, Si son ranas – me ha señalado con el garrote – Esas son ranas que van sorbiendo las nubes de los charcos donde viven – Hace un gesto con la mano como de cuenco para recoger agua – y luego las sueltan cuando descarga la tormenta, en otro sitio…y ahora están que no saben y a ver si encuentran a dónde ir… IMG_20170605_121805_processed.jpg

Yo a quedarme en silencio mirando al mar, que es siempre el mismo y él a contarme las cosas que no sé

En nuestra relación hay una falta de sintonía, que no debería afectarme, pues en esto del convivir se trata de reunir serenidad y manejar el equilibrio (al menos el mío -cadalococonsutema-) y no darle más vueltas a la rueda buscando la frecuencia; el sonido que llega es lo que hay, aunque suene a veces repetitivo,  chirriante, irritante… Pero  hay algo que llamamos comunicación, o algo así, que  nos mantiene bastante insatisfechos con el resto de humanos y con las personas con las que convivimos… ¡Uf! , eso ya está contado muchas veces: «que queremos que valoren lo que nosotros apreciamos, sentimos, sabemos, recordamos…»

Hoy hemos dado un paseo hacia la playa. Él iba con ese brío obsesivo que le da la medicación, o su cabeza y no le alcanza el tiempo a detenerse a mirar un rato las olas…  No habrían pasado más de tres inspiraciones cuando, dando golpecitos con el garrote para sacarme del ensimismamiento…

-Es el mismo de siempre

-Sí, ya lo tenemos visto

A la vuelta, me ha señalado el cieloIMG_20170408_143908422.jpg

– ¡Mira! ¿A que no sabes cómo se llaman esas nubes?

-No

-¡Se llaman borreguitos y no son de llover!

 

La parra dará sombra

-… Pues sí hombre, los insectos también son necesarios, piquen o no piquen…¡Ay qué cooooño! Qué se me enreda esto..img_20170330_165830341.jpg

-¿Por qué no paras a quitártela? que parece que tienes  prisa…

-Si a veces lo pienso y me quiero parar pero se me van las piernas ellas solas…

-Como cuando siempre tenías quehacer en la viña…

-¡Es que las cosas hay que haceeerlas!..¿Qué te crees que se hacen solas? Este año, por ejemplo, como no hemos podao la parra, pues no va a dar otra cosa que sombra, ni uvas, ¡ni ná!

-Pues qué bien, una buena sombra. Si las uvas ni las comemos

-Uy, que no, dice… Mira, hacíamos el vino con ellas y también colgábamos los racimos de las vigas y así se iban secando y teníamos uvas todo el año, lo que es que aquí con la humedad no se secan, se pudren…¡Si yo ya lo he probao!

 

 

Química traidora

Ayer ya casi anochecido tuvo uno de esos despertares con alucinación vívida y tan convencido estaba,  que salió de casa persiguiendo la quimera de solucionar el terrible drama que en su imaginación vivía. Salió en bata, en zapatillas, sin garrote…La gorra sí, la gorra la llevaba cuando me lo encontré, ambos sin aliento, yo de perseguirle a él y él, según sus palabras, por el terrible sufrimiento que estaba pasando. Al llegar a casa, después de aceptar mis explicaciones y su extravío

-Sí ya sé que es un disparate -dice apretándose la frente con las manos- pero es que ¡lo veo tan claramente!…Pero en este instante me doy cuenta de que no me rige bien la cabeza…

Esta mañana le observo arreglar su cuarto, centrado en cada movimiento para dejar bien doblada la manta, acercando las esquinas como ajustando piezas de un mundo que se dispersa pero que aún es posible ensamblar.

libertad vigilada…

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Aquí está Pablo sentado en la puerta de su caseta del huerto, caído en uno de esos sueños de libertad.

Estar al cuidado de una persona no deja de ser, un poco, tenerle bajo vigilancia. Vigilar que se asee, que se cambie de ropa, que coma a sus horas y una dieta adecuada (Pablo preferiría comer dulce solamente), las horas de sueño y de vigilia. A veces le veo paseando por el pasillo con el reloj en la mano (porque pasa el tiempo más rápido que si lo tienes en la muñeca) cuando bajo a darle la última dosis de levodopa sobre las 21:00 Y si por cualquier distracción me retraso un minuto, me reclama a la voz de

-Las nueveeee, las pastillas!

Y cuando llego a su lado, preparo la cena y  se queda ese rato en la cocina, casi siempre contándome alguno de sus recuerdos. Sentado en su sitio de la mesa, calibrando el humor que tiene «el vigilante «para desviar hacia uno u otro lado la conversación…se toma sus pastillas y dice mirando cómo vuelvo a rellenar el pastillero

-Bueno, esas ya son las de mañana, ¿no? Ya no me mandas nada más por hoy, yo ya puedo irme a la cama. ¡Buenas noches!

 

(…)se quitó la china del zapato

Mira el pastillero que le acabo de rellenar. Repasándolo con los dedos, moviendo los labios como hace al leer (porque se está leyendo el pensamiento y colocándolo antes de hablar)

-No creas que esto que anuncian tanto ahora es cosa nueva…-No le pregunto a qué se refiere para no diluir su concentración- Digo…esto de los que no se conforman con que no los quieran y las matan… Un caso muy sonao, al terminar la guerra, fue de uno de esos que hacían patrullas por el pueblo y que les dijo a los otros,  que siguieran la ronda, que él se iba a quitar una china que llevaba en el zapato…Y lo que hizo fue descalzarse, ¡claro! Pero para agarrar el gatillo con el deo del pie y dispararse a la cabeza

-Y ¿había matado a su novia, antes?img_20170219_180049248.jpg

-Pues ¡no, porque no pudo! Iba con la intención de llevársela por delante…Y estuvo allí llamándola a voces por la ventana para que saliera…pero ella…ya se había ido del pueblo. Y ¡con toda la familia!…Porque parece ser que él la rondaba y que ella no quería. Y que un par de noches atrás, habían tenido una muy gorda, con  él gritando amenazas, que se le oyó de lejos… 

 

El silbido del águila

Se toma las pastillas colocándolas cerca de la garganta con los dedos y después echa hacia atrás la cabeza para tragar

-Lo hago como las gallinas beben, que estiran mucho el cuello y miran parriba…-Se ríe, ya se ha ido hacia atrás en el tiempo…

– Cuando estuvo Azaña en el gobierno, hizo una ley muy buena, que repartieron las tierras de labor a los pobres, y a mis tíos les dieron un buen cacho…Luego ya, con Franco, se las quitaron, claro- Se queda pensativo un instante, pero vuelve al recuerdo que le lleva a su historia- Bueno, el caso es que tenían por allí las gallinas sueltas y cuando mi tía tenía que coger un pollo -se ríe- no había forma, y me llamaba a mi que era muy chico, «¡morerooo!»…Y era porque yo sabía hacer el silbido del águila…y no lo haría mal, porque corrían todas a esconderse en el chozo y allí ya eras más fácil para mi tía, pillar lo que quería.img_20170204_102010467.jpg

-Y ahora ya, ¿ no sabes hacer el silbido?

-Ahora yaaa-pone las manos y la boca como si fuera a silbar- Con los dientes postizoooos…- sopla -¡No me sale bien el aire!

El cuello es el que le sujeta

Esta mañana 

he ido a su cuarto sobre las nueve, a proponerle desayunar en la cama, que ayer se quejaba de dolor de cuello

-Uuuuuy, ¿cómo madrugas tanto hoy?- me acerco, subo la persiana y…-!¡Uuuuuy, pero si yo creía que era noche cerrada! – le quito la gorra y le pregunto si se levanta a desayunar – Pero ¡qué capricho tiene de quitarme la gorra! Si ya me levanto y ¡una cosa hecha!…¿qué pastillas tocan ahora?-Con la bata y la gorra cuenta las pastillas mientras se sienta- …Una, dos   y tres… Treserantreslashijasdeelena…Y ningunaerabuena -le pregunto si le duele el cuello, no me oye, o no me entiende y le tengo que repetir la pregunta haciendo que me mire mientras hablo – ¡Si el cuello no me duele! ¡el cuello es el que me sujeta!

-¿Para que no se te escape la cabeza?