Archivo de la etiqueta: trabajo

Pepita sabe cómo arreglar lo del paro

Veo a Pepita en su puerta, que me hace el gesto para que me acerque

– Mira, no hago más que darle vueltas a esto porqueeee: aquí dice que gasto de agua son doce’uros y empiezan a sumar cosas que no sé lo que son y me cobran cuarenta y nueve’uros. Y ¿eso por qué? ¿Tú lo sabes?

– Por la depuradora y el servicio de llevar el agua a las casas y el…

– ¿Cómo que llevar el agua a las casas? ¡Ni que tuvieran que traerlo en burro! ¿Y la depuradora,no nos lo había cobrao ya el ayuntamiento?

-Será el mantenimiento

-¡Será que son unos ladrones!…y mira cómo tienen a la gente, tos en el paro, con lo que ganan ellos, que lo dicen por la tele y tó, que ese de las tiendas de ropa, ¿lo has visto?, yo no sé cuantísimo dinero gana y los de los bancos…Mira, si a mí me dejaran a cargo del gobierno ¿sabes cómo lo solucionaba? Pues obligando a esos que ganan tanto a dar empleo a la gente…Yo no digo que den limosna a nadie, yo digo que los pongan a trabajar y a ganar su sueldo ¿No son capaces de ganar tanto dinero? ¡Pues que ganen un poco menos y hagan más empleos! ¡Que tienen a los chicos jóvenes sin trabajar! Mis nietos se tuvieron que ir a la Inglaterra esa… Que no están bien tampoco, pero que tienen trabajo y allí se han quedao…Vienen luego en el verano y… ¡Mira!, pasa que te enseño la labor que estoy haciendo a ganchillo, para cuando vengan…¡si yo no paro!…Si no fuera por la rodilla que me dueleee…¿Y Pablo cómo está? ¡Ay el pobre! Con lo que era, que estaba siempre en danza de un lao pa otro…y ahora ¿ qué dices, que no tie gana de comer? Pues a mí no mesequita, la gana – se ríe – Anda vete ya, que te estoy entreteniendo mucho…

Sol y sombra, «me acuerdo»

Hemos llegado andando hasta la playa y nos hemos sentado en la piedra de pensar. Llevamos un par de minutos en silencio, él haciendo rayas en la arena con su bastón y yo…De repente se levanta y me pregunta

-¿Sabes cómo conocía yo que había llegao el medio día? …Pues me colocaba así, con el sol en la espalda y si echando el pie p’alante – hace el gesto de pisar su sombra – me pisaba la cabezaaa

…es que había llegao la hora de parar a comer – se ríe, se sienta de nuevo y empieza a cantar –

🌫️🎶ya se está poniendo el sol, hacen sombra los terrones, mírale la cara al amo, verás qué mal gesto pone🎶🎶

Eso era un cantar que hacían las mujeres en la aceituna, queee había algunos amos que se les hacía poco la jornada de sol a sol y ponían mala cara cuando se acababa…Luego ya vino la ley de las ocho horas, perooo ¡ya pa’qué! – se ríe – Ahora yaaaa…voy con el sol a la espalda…y la sombra también…¡Ah! Había también una bebida que lo llamaban «solysombra» ¡Yo no sé porqué me acuerdo de eso ahora!

El trabajo es salú

– Las malas hierbas hay que sacarlas a mano, doblando el espinazo y hay que quitarlas toas hasta estas tan pequeñas que dices tú que son bonitas, porque luego crecen y se hacen con el terreno y absorben el alimento de este naranjo que tienen aquí, que por eso se ponen alredor, pa ver lo que pillan,  además que muchas traen miseria  que contagian a diestro y siniestro, no tiés más que ver las hojas de esa mata de ahí enfrente que se ponen blancas y se alacian y estos pimientos que se arrugan antes de hacerse grandes…pues eso es por la pura miseria.

– Entonces, el huerto,  es como un país rico que impide el paso a los emigrantes que vienen en busca de tierra para medrar

– ¡Qué coño tendrá que ver una cosa con otra! Si trabajas la tierra tendrás que procurar que de alimento y que sea pa el que lo trabaja, no pa los chupones – dice incorporándose mientras hace ese gesto de tentarse con una mano  los riñones –

– Estás trabajando mucho Pablo

– ¡El trabajo es salú!…mientras trabajo se me quitan de la cabeza las tonterías…

Vele ahí el tesoro

Hay un vecino que tiene el capricho de comprarle el huerto y como Pablo «se le hace el distraído», vuelve hacia mí su queja  -No sabrás tú de quién es el terreno ese abandonado…Porque como Pablo no me quiere vender el suyo…pero dile que yo tengo preferencia por proximidad, en el caso de que alguna vez quisiera…

Le cuento a Pablo la oferta, y le digo que a lo mejor hay un tesoro escondido en este huerto, dada la insistencia con que ese hombre intenta conseguirlo.

– Un tesoro – menea la cabeza- Eso contó un padre,  ya muy viejo, viendo que sus hijos no eran aficionaos a doblar el espinazo.               – Escondío en el huerto tengo un tesoro, pero no me acuerdo dónde sastamente…                 Y los hijos, se pusieron a cavar la tierra mano a mano, con mucha devoción. Cuando el uno veía llegar al otro a casa, ya cansao y con las manos vacías, el otro se echaba su azadón a la espalda y se iba a ver si se lo encontraba… y así se pasaron día y  noche sin dar descanso a la herramienta, al encuentro de esa escondía riqueza…

Y pasó, que cuando llegó el tiempo de la recogidaaa… vieron que era buena esa cosecha; las uvas que no cabían en las parras,  los melones gordos y sabrosos, las bellotas, los higos, los peros, las olivas… que no daban a basto ¡vamos!, pa recoger de tanto como había…Y dijo el padre: ¡Veleahí!IMG_20170801_183718.jpg

 

*Dedicado a mi amigo Alejandro Corrales, que también cuenta este cuento (parecidamente)

Una mareíta muy fina

Así como recuerda y cuenta con gran detalle sus historias de infancia y juventud,  el tiempo de ahora le parece una invención laberíntica por donde deambula sin saber si lo sueña, o lo vive.

– Pablo ¿Seguimos con el árbol?

– ¡Uy, no! No tengo ganas de ponerme a trabajar con esta mareíta tan fina.

Y se mete en la caseta a quedarse dormido. Una hora después le llamo

-Pablo

-¿Qué hora es?

-La hora de bocadillo

– ¿Es que ya hemos trabajao? El bocadillo hay que ganárselo.

– Yo creo que tú ya te has ganado todos los bocadillos de todas las jornadas del mundo, ¿qué no?

– Y yo qué sé, si no sé ni lo que me dices, pero – se levanta de un brinco y sale- ¡Uy! Parece  que se ha levantao una mareíta fina y no hace tanto calor como antes ¡Habrá que hacer algo!

-Lo que quieras

– Pues si no mandas ná, voy a ponerme con el árbol, a quitarle las ramas que estorban pa moverlo – Va hacia el árbol – Para esto va a hacer falta una herramienta de podar, pero ¿dónde estarán?

-Ahí, en su sitio

Suspira, coge una tijera podadora bien grande y se pone a la tareaIMG_20170524_161537.jpg

 

Si estuviera en otro sitio

– Este árbol lleva ya muerto mucho tiempo. Sí estuviera ahí donde comemos, se le cortaban estás ramas por aquí y con unas buena plataforma encima, se preparaba una mesa que pa qué… Pero aquí no hace nada más que estorbar; habrá que cortarle al ras con una buena sierra y pa leña.

– También se puede cavar alrededor y sacar el tronco entero, para trasladarle allí y hacer esa mesa que dices.

– Peroooo ¿tú sabes las raíces? Las raíces pueden haberse ido hasta allí -señala el huerto vecino- Eso hay que cavar muchoooo… O con maquinaria, como arrancan los naranjos ¿tú lo has visto?Pero asiii…

– Así, cavando un poco cada día. Sí no tenemos prisa

Se va hacia la caseta mientras yo me pongo con la azadilla pequeña a vaciar la tierra alrededor del tronco. Al rato vuelve y se queda mirando

– Osea que te vas a empeñar en hacerlo, pero si así no vas a poder…y ¿qué no hay otra herramienta un poco más grande?

Se va de nuevo y vuelve preparado con su zacho (que así nombra él a la azada), la pala y los pantalones recogidos dentro de los calcetines, como un «Tin-tin» resuelto a emprender su aventura.IMG_20170521_194828.jpg

 

Razón de padre

IMG_20170318_203011992.jpg

-Y mi padre, cuando vio cómo había podao unos peros que teníamos en la viña que daban unos frutos muy duros pero eran buenos pa comer por las mañanas y limpiarse, pues llegó a casa y me dijo: «¡Cago en Dios! Si llegas a estar allí te pego una paliza con una de las varas que has quitao de esos árboles» Y mi madre le dijo: «Cállate y guarda las varas hasta la primavera y si no florecen más de lo que han florecido hasta ahora, que llevan ya años sin frutar, pues le pegas con ellas».

-Vaya padres había… Tú ya no has sido así…

-Yo no. Yo cuando me quedé viudo, al tiempo se quedó viuda la mujer que nos vendió esta casa y al año que vine a verla,  pa arreglar papeles sería,  se ofreció para que me viniera aquí con ella -me mira abriendo mucho los ojos- Pero yo no podía quitar a mi hijo de los estudios, ni traerle aquí tampoco..Y ¡bien que le ha lucío! Y que no para de estudiar, que yo le he visto cuando he estado en su casa ¡Menuda habitación tiene de bien prepará! ¡Llena de libros!

-Estás orgulloso de tu hijo

-¡Pues claro!

-Y los peros ¿florecieron?

 

El viento en los sauces

-Me acuerdo cuando nos mandaban a sacar a los guarros… -se ríe- nos mandaban las madres a los chicos pequeños a sacarlos pa que comieran por el campo, porque en las casas, en aquel tiempo, poca comida habría para ellos y se los sacaba a las afueras del pueblo para que comieran, porque los cerdos comen de tó, bichos muertos, raíces, hierbas y hasta a ellos mismos entre ellos si tienen mucho  hambre…Te advierto que con nosotros reparaban poco;  los arreábamos bien deprisa hasta una casa que había abandoná y allí los dejábamos encerrados y nosotros nos íbamos al río.

-Pobres cerditos…img_20170315_104544.jpg

-¡Pero coño! Pobres nosotros, que en cuanto nos teníamos de pie ya habíamos de valer para hacer algo… Así que allí, que está a cinco kilómetros del pueblo, el río, ¡ná menos!..fuera del alcance de su vista era la manera de librarse…-Para de hablar, sonríe, suspira- Hasta que nos pillaron una vez porque mi primo cogió una rama de un sauce, que son muy flexibles y mi madre se dio cuenta porque esos árboles sólo crecen en las riberas y luego se fijó en mi que me había puesto la camisa del revés, a lo visto ¡Fíjate! ¡Qué chico no seríe que no valía ni pa vestirme!

Se me olvidaba

-(…)¡Ah! Se me olvidaba…Al acabar la guerra mandaron unos frailes a adoctrinar por los pueblos…Pero yo no acudía a los cánticos esos que llamaban a misa…Hasta que un día, me pilló por banda un falangista, de los que hacían patrullas, con su camisa azul… y me dio el alto, «¿A dónde crees que vas?» Y yo le digo, pues a trabajar, y me dice «¡Lo primero  a confesar los pecados!»img_20170213_191401235.jpg

…Y yo le digo, perooo…¿cómo voy a entrar ahí con el azadón y la manta? «Déjalo ahí en el escalón, ¡A ver si te crees que te van a robar eso!»-suspira-  Hice lo que me mandó, ¡Claro! ¡Cualquiera! Y dentro estaban todos de rodillas delante de los frailes… pero me tocó uno, que no sería muy malo, porque me preguntó si me pegaba con mis hermanos y que si alborotaba en la plaza y yo le dije que no,  y va y me dice con sorna «¡A ver si vas a ser un santo!» Nooo, le digo, lo que pasa es que mis hermanos son muy chicos y yo que soy un mozo de doce años ya, tengo que trabajar y no me queda tiempo de discutir con nadie y en la entrada están los aperos que no me han dejao pasar, si quiere usté ir a verlos…Y le debí caer en gracia, porque me mandó pal campo y que rezara por el camino. ¡Miá tú!

Reanudando y pensando a un tiempo

Se pone a tejer con cuerda de rafia un asiento para la silla que se ha roto. Muy concentrado en cada nudo y pasando la cuerda de un lado a otro con mucha atención.

-Estás muy concentrado, para no equivocarte…

-Esto, hay que hacerlo pensando cada nudo, porque si no se te va la cabeza a otro lao y cuando te echas a deber estás tirando de la cuerda que deshace y en vez de ir pa lante vas pa tras.

-Y ¿quién te enseñó a hacer eso?

Se para de tejer pero no suelta la cuerda y me dice:

-Pues mira, después de terminar la siega, un año nos llevó mi padre al Tajo y allí vi a unos hombres que estaban haciendo cestos y me acerqué y me quedé mirando… y uno de ellos, se conoce que le caí en gracia, y me dio cuerda y me senté a su lao y le iba imitando según lo hacía y acabé haciendo uno, más chico que el que ellos hacían pero de allí me fui con el cesto y sabiendo.

-Qué buena cosa fue eso

No me oye, ni vuelve de su recuerdo. Sonríe y se concentra otra vez a apretar el nudo que había dejado a medias y sostenía en la mano.

img_20161121_153032636.jpg