Estamos ahí, en una terraza, con cerveza en la mesa y amigos contando anécdotas. Pablo bebe, nos mira y no logra subirse al hilo de las risas, pero acecha el momento, como un cazador furtivo, preparando las palabras con las que va a captar nuestra atención
– ¿Habéis visto la luna? Parece que está como «agüevada»…- Se ríe al ver que todos dejamos de hablar y levantamos la vista; «¡nos ha cazado!»
– Es porque está creciendo, no está llena todavía – digo y le fastidio (lo percibo) su explicación; él esperaba que le preguntáramos el porqué…Acerca la cara hacia R…y se dirige a ella ahora, pero sabe que seguimos mirando y escuchando hacia él
– ¿Tú has visto alguna vez la luna cuando sale del agua, redonda y así grande y naranja?
– Del agua dices, ¿Del mar? ¡Claro que la he visto!
– Es cosa muy bonita…La gente no se fija en esas cosas, pero yo sí… me fijo mucho…Duermo muy poco y me quedo así, por la noche en el campo, cuando voy a guardar la era con mis primos, viendo cómo cazan las rapaces a las alimañas…-Hace el gesto con los brazos abiertos y mirada de pájaro-Se ponen así, con las alas extendías y bajan sin movimiento alguno…y luego ya suben con el bicho en la bocaaaa…¡y mis primos durmiendo!
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Como las liebres
-Yo es que no duermo. Descanso pero no duermo. Estoy siempre al acecho. ¿Tú sabes que las liebres duermen con los ojos abiertos? No, tú ni habrás visto nunca una liebre…Pues están así encogidas, agachás, con los ojos abiertos, pero yo sé que están dormidas – imita con mímica el movimiento de un cazador furtivo acercándose a la presa- … y me acerco así despacito …y ¡zas! cuando quiere acordar ya la he cazao. Pero el que no lo sabe cree que está despierta. Es que en el campo se aprenden muchas cosas. Tú es que no te has criao en y el campo y no has vivido eso
*Pinto una liebre imitando a Durero
– Pero yo te veo y duermes con los ojos cerrados
– Sí, si yo los cierro, pero veo las cosas tan claramente, como en una película, cosas que son verdá, como cuando bailaba al son del acordeón y cuando dormía en el campo y que siempre se cazaba algo si tenías el dormir ligero…si te duermes profundo, como mis primos que no había dios que los despertara, es como si estuvieras muerto.
*Se cree que el maestro, Durero, utilizó una liebre muerta de modelo
Se admira de cómo la vejez quita las ganas de echarse cargas de leña a las costillas
-¿Tú conoces a Nino? ¡Uuuuuh! Si le ves ahora no le conoces, está muy viejo, fíjate que tiene que andar con dos bastones…Seguro que ya no puede echarse una carga de leña a las costillas…- se ríe – Es que verás, teníamos que llevar dos burros, el de su padre y el del mío, cada uno con una «carga leña» -gesticula con las manos- a cada lao del burro se sujetan bien dos haces con una soga que lo llaman «hacer el lazo» y encima se coloca otro y así cargaos echábamos varios viajes…Y por el camino yo iba al cuidao de los animales y Nino iba recogiendo más leña, que se echaba a la espalda ¡Y una carga extra que hacía! Y le dije yo al que estaba a cargo del horno de la cal: «Esta carga que vamos trayendo poco a poco, nos la paga usté a nosotros sin decírselo a nadie». Y repartíamos a medias lo que fuera, ¡Ná, cuatro perras darían! – Se ríe- y me daba las gracias, porque él no se atrevía a hablar y si no llego a decirlo yoooo… se lo dan a su padre ¡Después de hacer de burro!
La rueda pinchada y todos los de mi edad son más viejos que yo
-¿Qué le pasa al coche? – no espera que le conteste – ¡Cuidao qué bien lo sube él solo ahí arriba!…¡Con esa maquinaria! …Pero tampoco lo vamos a echar en falta, teniendo el tren de las dos…
-Pues andando entonces
-¿Sabes que me ha dicho Ángel que ha muerto Cándido?
-Ya, ya me lo has dicho; por fumar…
-No, si cuando llega la hora, llega la hora peroooo…Es que ha fumao siempre mucho y también habrá bebido lo suyo…A Nino en cambio, que somos quintos…Bueno, lo que se dice quintos no, porque él los hace en agosto y yo luego en enero, así que no fuimos de la misma quinta aunque somos de un tiempo y ¡Uuuuuh! Y que está muy viejo me ha dicho Ángel, que le ha visto porque ha acudío al entierro de su hermano, ¡claaaaro! Pues dice que está hecho un carcamal. Es que a los que son altos les cuesta más mover la maquinaria ¡Uuuuuh! Y que le hacen falta dos bastones para andar.
– Y tú con uno solo…
– Y que no me hace falta, lo llevo porque me gusta ¡que me lo hice yo de una caña!
-Por presumir.
– Bueno…Y ¡»paporsiacaso»!
¡Dónde va a parar!
Hoy Pablo ha amanecido muy enfadado. Probablemente ya llevaba mucho tiempo levantado, con esa prisa y resolución desesperada que le entra cuando siente que el mundo no se quiere adaptar a su ritmo obsesivo. Cuando ya he preparado todo para ir al huerto…(a la hora habitual)
-¡Sí hombre, ahora voy a ir yo, a la hora de comer!
-Pero si faltan cuatro horas para la hora de comer, ni siquiera es la hora del bocadillo.
-Bueno, ¡tú dirás lo que quieras decirme! Pero yo estoy aquí a gusto y no me muevo…
-¿Ni siquiera sales a sentarte al sol en la puerta?
No me ha contestado, se ha hecho el «sordo» y le he dejado.
Más tarde ha llamado Michelle para invitarnos al aperitivo, con el»pretexto» de agradecer una reparación con cuerdas anudadas que le hizo Pablo en una cesta. Al ser informado del evento le ha cambiado la cara, se ha puesto su chaqueta buena y, delante de unas buenas cervezas, ha estado contando animadamente las bondades de su navaja ( que siempre hay que llevar una en el bolsillo) y lo ricos que están los tomates que él cría en su huerto
-…y la diferencia de sabor con los que venden por ahí ¡dónde va a parar!
García Ortiz, preséntese a vacunar
En la carnicería, Antoñita también le echa piropos mientras nos elige un chorizo de los que le gustan a Pablo.
-Sí estoy muy bien comparao con los de mi tiempo- me dice al salir, presumiendo – Yo lo sé por lo que me cuenta Ángel, de los del pueblo…Que están todos mucho más «imposibilitaos» que yo…Hay uno, que somos quintos y tiene los mismos apellidos, pero de coincidencia, no porque seamos parientes y fuimos juntos a la mili, claaaro…-se ríe- Y una vez, ¡verás lo que le pasó! Pues que llamaron para vacunar, sería pa el tifus, unas fiebres que daban antes…El caso es que me llamaron a mí «¡García Ortiz!, ¡García Ortiz! «Y yo como no estaba, porque siempre que podía aprovechaba pa escaparme de allí… pues va y se presenta él, que ya le habían llamao y vacunao antes… ¡Y allá que le pincharon otra vez! ¡Se le puso el brazoooo! Bueno, el brazo y todo lo demás, que le tuvieron que hospitalizar y a punto estuvo de pasarle algo malo por la «sobredosis»…
¡Serás tonto!¿Pa qué vuelves a entrar si ya te la habían puesto?…¡Ay! Cómo tú no estabas, me diceeee, no me fueran a hacer algo por no acudir-se ríe- y ¡buena se la hicieron!
cambios de ánimo y soplos de viento
Hoy hace viento y en la playa hay un grupo de gente practicando kitesurf. El aire eleva las cometas de colores y ellos se deslizan sobre el agua que hace espuma. La gorra se separa de Pablo y quiere también participar del baile. Corro a recogerla mientras él trata de coordinar sus movimientos y cuando se la entrego le cuento que en el oeste no es buena cosa perder el sombrero
-Sí es que no puede ser, si es que aunque quiera, ya los movimientos no me obedecen…En otro tiempo ¡ibas a haber cogido tú la gorra antes que yo! ¡La había cogido yo de un brinco!
Se cala la gorra como si se calara una inquietud en la cabeza y volvemos a casa. En la puerta de al lado está Conchin, nuestra vecina que está haciendo limpieza en su casa. Nos saluda y nos dice lo admirada que está de lo bien que anda Pablo
-Mi suegra, que tiene unos años menos, anda así – y hace la imitación de andar muy despacio y torpemente- Pero tú Pablo ¡Hay que ver lo bien y lo mucho que andas!
-¡Uy! Yoooo, voy y vengo a la playa divinamente…y mucho antes de que se levanten estos ya estoy en danza
guardando el equilibrio
Venimos del huerto y me va explicando si por los terrenos que pasamos, están bien o mal hechas las podas. Porque el asunto de la poda es una cosa de mucha importancia y gravedad, tanto que eso le lleva de estos árboles a los suyos, a los de su infancia y juventud toledana, a los olivos y a lo bien que preparaba él los troncos, limpios de chupones y bien removida la tierra alrededor…Dice se esperaban en su familia a que él fuera «de permiso», de lo bonitos que los dejaba.
-Y ¿ a ti quién te enseñó todo eso?
-Pues mira, yo aprendí a podar oyendo cómo lo explicaba de bien un hombre en una barbería (seguramente esperando que le cortaran el pelo a tupé)…Y a subirme a varear no me enseñó nadie tampoco. Vi cómo estaban discutiendo dos hombres grandes por ver a quién le tocaba subir arriba, y dije yo, pues no tiene que ser tan difícil, trae «pacá» la vara y me subí de un brinco y así lo hice.
-A ti no te daba miedo, ¿a que no?
-A mii…¡Qué me va a dar! Yo gateaba que era un gusto…y me cambiaba de rama en rama de un brinco, sin pasar por el tronco.