Archivo por meses: julio 2017

Una de guerra en el centro comercial

Ahora que me fijo en esos muñecos me acuerdo de una cosa que pasó en la guerra IMG_20170730_151736.jpgEn el pueblo vivíamos tranquilos, no llegaban los bombardeos, pero una vez se presentó un avión alemán, que eran los aliados de Franco y se lió a tirar bombas y, ¡fíjate! una niña que andaba al cuidao de su hermano pequeño, salió corriendo con él en brazos hacia el refugio, pero volvió pa trás por un muñeco que se había dejao y el muchacho, lloraría por él o yo que sé …¡Reventaron los dos!  Pero mira tú por dónde,  venían hacia el pueblo dos milicianos que al ver el zafarrancho, idearon subirse a un alto que hay a las afueras y desde allí, ellos cuerpo a tierra, boca arriba y con los fusiles apuntando al cielo… esperaron a que la avioneta volara por’cima de ellos y la esribaron a tiros…El alemán saltó en paracaídas y se entregó… Luego le intercambiarían por otros prisioneros, porque ¡un alemán vale más!…Pué que murieran dos o tres más ese día…y a refugio, que nunca se sabe dónde te toca…Pero lo de esa niña fue muy sentío…Y ¡miá tú! yo que estaba jugando en la era con otros muchachos, no nos pasó ná…

El cielo encima

Me cuenta una historia disparatada de uno del pueblo que le robaba dinero a su tío con una tarjeta, pero que le descubrieron porque en el cajero siempre te hacen una foto cuando sacas dinero. Le pregunto que cómo sabe él eso, que quién se lo ha contado. Me dice que una vecina que tenía antes, que se veían desde la terraza cuando tendían la ropa. Que vivía sola y se llamaba Sole y que tenía por aquí una sobrina que la invitaba a comer cuando hacía lentejas, porque era un guiso que a ella le gustaba mucho pero que ¿Cómo se iba a hacer un cazo para ella sola? Y pone una mano haciendo un cuenquito para indicarme lo poco que es una ración de lentejas y suspira. Dice que la última vez que acudió, la sobrina vio lo mal que respiraba y que avisó para que la llevaran al hospital y allí vieron que en las venas lo que tenía no era más que agua y aunque la pusieron un injerto, la sangre nueva, al entrar con tanta fuerza, acabó con ella. Y que él fue a su entierro y vio que la caja en que la llevaban era como la de una niña, así de pequeña, de lo consumía que se había quedao. Agacha la cabeza y parece que el cielo le pesa sobre los hombros.IMG_20170726_201256_processed.jpg

– Y ahora ya nadie me tiene al tanto de lo que pasa…

El retrato

He encontrado una foto en la que está con su novia, los dos muy jóvenes y la hemos colgado en la pared de su cuarto.

Se queda mirando atentamente, luego se ríe:

-Es que a las fiestas de los pueblos iba siempre un fotógrafo. Tenías que ponerte, muy quietito, mientras él metía la cabeza en una cosa…como una manga ancha que salía de la cámara, hasta que daba el chispazo… Pero no salía al instante, ¡Uy! Tiempo había pa echar un baile hasta que te lo enseñaban …Una vez -se ríe- ¡acarreaba también la estampa de  un avión, ná menos! y nos hicimos una foto mi amigo Rafa y yo como si fuéramos subíos…Uno conduciendo y otro atrás…yo no sé qué habrá sío de eso…

Yo recuerdo haber visto esa imagen que dice, con García Lorca y Buñuel en el avión de cartón; debía de ser un decorado muy popular. Se la enseñoIMG_20170725_072412.jpg

– ¡Esa misma es! Y ¿Qué hace ahí? – Pero no repara más tiempo en ello. Se levanta, vuelve a pararse enfrente de la foto en la pared – ¡Ay qué ver! Ya no me acordaba de cómo era – Y se queda ahí, mirando

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Lo que está escrito

Sentado sobre una piedra, no mira el mar, se pone a dibujar con su bastón sobre la arena, letras.

– Había uno que le llamaban «Cigarro», que tenía mucho conocimiento…Se compraba manuscritos que se los traía el cartero, a saber de dónde, y los leía mientras estaba en el monte, de pastor. Una vez nos dejaron a cargo, a Nino y a mí, de unas ovejas… Serían ¡ná!, cinco o seis tó lo más, pero ¡lo que es no saber!…pasó él llevando su ganao y se nos fueron las ovejas detrás, pero él las separó y nos dió instrucción de careo. Luego más adelante, me acerqué a él pa que me ayudara a escribir una carta… IMG_20170723_121530.jpgMe estuvo dando unas lecciones y me dejó uno de sus manuscritos, donde venían las muestras de las palabras y yo, ya por mi cuenta, iba escribiendo en la tierra lo que quería decir, luego lo comparaba con lo del manuscrito y si estaba bien pues ya lo escribía en el papel…Y se conoce que no lo hice muy mal porque al poco recibí la respuesta…que era de una chica que se había ido a servir a Madrid, dándome razón de cómo era la vida fuera del pueblo.

Pescao de secano

Cuando se pone a comer, algo que no sea dulce y le apetezca poco, se admira del poco hambre que «hace» ahora y cuenta historias de pícaros y hambrientos.

-Es que pagaban una perra gorda de jornal y algo de comer, ¡Ná!, una porquería; un cacho pan duro que se echaba al gazpacho y se embebía tó el agua…pero había quien se lo comía con un gustoooo. Había uno que si el pan estaba quemao decía «como sabe a tiznones qué bien traspone» y si estaba poco hecho decía «como sabe a masa qué bien traspasa» -se ríe-  Eso será un chiste pero así era, ¡que había un hambre atrasá…! ¡Uy!, a mí abuelo, como era sordo,  le quitaron muchas veces la merienda…La dejaba a resguardo  y cuando se alejaba segando, o la labor que fuera, se acercaban y arramplaban con tó…IMG_20170720_172020_processedY una vez, dicen, llegaron dos haciéndose los tontos como que vendían algo y el uno iba diciendo: «Pescao de secaaaaano si no pesco yo, pesca mi hermaaaano» y haciendo juegos con las manos y cartas, que mientras se iba acercando la gente, a ver que era, dejaban descuidás las meriendas y el otro se las iba pescando.

Cuando la sandía sabía

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Yo no sé por qué ahora no tiene pipas la sandía. Antes tenía unas semillas negras que te las ibas encontrando según comías y había que irlas escupiendo…pero ahora, se conoce que a la gente no le gusta encontrarse con pipas en la fruta y las hacen así, artificialmente. No tienes más que ver que ya no saben como antes…Y, si no tienen semillas, ¿Cómo harán pa plantarlas? ¿De dónde sacarán la simiente?… Porque las semillas se guardaban pa plantarlas a otro año…Yo no sé cómo  harán…Sí el caso es que así se comen bien, porque si yo ahora tuviera que estar al cuidao de no atragantarme con las pipaaaas. ¡Antes es que no me faltaba ningún diente! Y silbaba que era un gusto, era capaz de imitar el  toque de corneta florida… Perooo…luego, enseguida he padecío mucho de las muelas…La primera me la sacó el peluquero, sin ningún dolor de su parte… Y me enjuagaba la boca con aguardiente de contrabando de los Navalucillos, que te dejaba la boca adormecía. ¡Eso era fortísimo!…Se te ocurría escupirlo en las brasas y pegaban un llamarazoooo ¡Uuuuuh, tú no sabes!

Estar como una cabra

-Yo no sé por qué se dice así, porque las cabras están mejor que quien lo dice. Uy, nosotros criamos una, que luego se la llevaba mi abuelo Pablo con las suyas, pa sacarla…Y ¡se comía la merienda de los gañanes!…los gañanes son los que aran -va explicando esto con las manos también- y mientras van haciendo el surco, pues dejan atrás la merienda en la manta y esta cabra aprovechaba para írsela quitando…¡Uuuuh! y cuando yo me iba a la viñaaaa, se venía detrás de mí como un perro, comía por allí lo que la parecía y se iba a corretear por los riscos…pero en cuanto yo decía ¡Vámonos! acudía  corriendo y se volvía otra vez conmigo… así que muy locas no están las cabras. Luego teníamos un burro, que ese sí estaba como una cabra. Una vez nos tiró a mi madre y a mí, vamos, yo brinqué antes de que me tirara, pero mi madre cayó patas arribaIMG_20170714_115226.jpg

Y es que este burro era mu manso y mu fuerte pa llevar lo que le echarás a las costillas; pero en viendo a alguien correr a su lao…a otro burro o mula o hasta un perro, ¡Uy, se ponía a correr como loco!

De buenas bestias

Continúa hablándome de Tarzán, ese muchacho que salió tan fuerte de una familia pobre y mal nutrida. Según repite el cuento va añadiendo datos sobre una apuesta para cargar un carro de sacos de grano con el dueño de la finca donde trabajaba, que era «muy bestia» y que se liaron los dos mano a mano echándose a la espalda sacos de dos fanegas, luego dice cien fanegas, le pregunto algo sobre equivalencias pero le rompo el hilo y se le escapan las palabras hacia el otro personaje de la historia. Coge ese desvío

– A ese le llamaban Bestia pero era muy buena persona… Tenía  un cabrero a su cargo en la finca que se puso enfermo con la tuberculosis y esooooo…era una cosa contagiosa, no se podía andar tocando la leche… Así que le dijo que se siguiera ocupando de sacar las cabras y recogerlas, pero que del ordeño se encargaba él. Y hasta que se curó el cabrero, se anduvo levantando toas las mañanas a ordeñarIMG_20170713_192826.jpgy en dejándolo  hecho atendía a su labor, que no era poca. ¡Era una mala bestia!… Y que le dijo, tú no te preocupes que el jornal lo seguirás teniendo completo y así pasó…

-Entonces era una buena bestia

-Eso digo yo

Perico Catapla tuvo el antojo

Perico Catapla tuvo el antojo de medir las varas que tenia el pozo… Ese era un cantar que se quedó en el pueblo. Es que había un pozo de donde sacaban agua las mujeres porque tenían preparao allí un lavadero y este Perico de la copla que vivía solo en una casa de cerca iba a molestarlas, tenía ese capricho ¡el tonto! y que no las dejaba en paz. Hasta que ya una que tenía un nieto que llamaban Tarzán…¡Fíjate! Eran una familia muy humilde que comían míseramente, porque eran muchos hermanos y huérfanos, toos muy enclenques, claro,  menos él que comiendo lo mismo, osea muy poco,  por lo que fuera creció y se hizo muy fuerte, ¡Uuuuy, tú no sabes! La cosa es que su abuela le diría lo que pasaba y allí se presentó Tarzán que agarró de los pies al tal Perico,   le metíó al pozo y allí le tuvo, que dicen que agarrao con una mano sola, y con la cabeza entrando y saliendo del agua hasta aclararle bien las ideas, si es que tenía alguna IMG_20170713_112338.jpg-se ríe-  Y que le metíó tanto sustooo, que de allí en adelante cuando salía de casa se daba la vuelta pa no acercarse ni a ver el pozo…y le sacaron ese cantar.

 

¿Cuántos años tienes?

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Nos encontramos con Vicenta y Margarita

-Pablo, ¡ven con nosotras! que nos sentamos a tomar un refresco en la terraza de ese bar, venga, no te hagas de rogar…¡No va a ser todo ir al huerto! Y dime, ¿tú cavas todavía? – Margarita sonríe todo el tiempo mientras oye hablar a Vicenta, Pablo trata de descifrar las palabras un poco aturdido, pero consiente en sentarse con ellas y pide una cerveza, Vicenta sigue hablando

– Pero ¿Cuántos años tienes?

– …ochenta yyyy… cuaa… nueve

-¡Eres más joven que yo! ¿Y por qué tendré yo tantos? A mí me gustaría ser más joven…

– ¡Haber nacío más tarde!

Se ríen y Vicenta repite el chiste. Sirven los refrescos y Margarita pide más azúcar para su café. Cuando se lo traen, dejan también un plato con un aperitivo. Se ponen contentas porque aquí no es costumbre la tapa de regalo.

-¡Mira, ya con esto, nos ahorramos preparar la cena! ¿No comes? ¡Vamos, que está muy rico!

– Es que eso no me pasa ¡Si fuera un dulce! – da un trago de cerveza-

– ¡Ah! ¿Qué te gusta lo dulce? – Pablo sonríe – ¡Claro! Ahora entiendo porqué eres un hombre tan dulce tú ¿Cuántos años tienes?

Margarita se ríe abiertamente