Han estado con nosotros amigos (Geluka y Gaspar) con los que Pablo se ha sentido a sus anchas y aunque les ha encontrado un poco «achaquientos» y desmejorados y sin ningún reparo se lo ha dicho a la cara, no ha perdido ocasión de hablar con ellos y compartir su nostalgia de juventud y república
-Pues en mi pueblo, ni se mató antes, ni se mató después…Venían algunos que se decían milicianos, al empezar la guerra a armar bronca y meter cizaña, pero salió el hormiga…que era uno que había estao en la legión y los echó del pueblo…
-Sí – dice Gaspar- mi tía nos contaba que estando ella en el tren, sentadita, pasaron revisando y de que vieron que llevaba un rosario en las manos, porque era muy religiosa y gustaba mucho de rezos y plegarias, se la querían llevar para matarla por facha y ella les dijo, que no, que yo soy roja, si yo sólo me sé el padrenuestro de los moros …Y ¿cuál es ese? preguntaron los milicianos. Pues mira :
«padrenuestro de los moros,
que te dije que te qué,
quedebuá quedebué,
que la vida perderé,
paparrús mamarrús,
padrenuestro aménjesús»y les debió caer en gracia porque la dejaron ir. Yo la conocí ya de mayor y lo primero que hacía antes de nada, era rezar para agradecer el nuevo día y pedir que nos fuera bien a los sobrinos. Luego ya se hacía el moño.