Se está negando a comer y dormita casi todo el día. La doctora dice que es por demencia y me ha recetado unos sobres para disolver en agua que le abrirán el apetito, parece.
Le acerco la cuchara con el brebaje
Aprieta los labios y me rechaza enfadado
-¿Qué quieres, darme un purgante? ¿También se estila ahora eso? Pues no vas a poder conmigo, no ha podido ni mi padre…
Sé cuál es la historia a la que se está refiriendo porque me la ha contado ya otras veces. Parece ser que cuando él gastaba pocos años, los médicos recetaban para limpiar el hígado y eliminar lombrices,»agua de carabaña» o «aceite de ricino» y los padres obedientes purgaban a los niños con regularidad
Pero Pablo se negaba en redondo a tomárselo, así que su padre dijo, «trae que verás cómo se lo doy yo»
Pablo apretó los dientes, su padre hizo palanca con la cuchara y un diente (que sería de leche) salió disparado por el aire, su padre retrocedió asustado
Mientras su madre
se llevaba las manos a la cabeza y el agua de carabaña salía rodando por el suelo de la cocina…
Empiezo a contarle la anécdota y veo que va prestando cada vez más atención. Carraspea, se aclara la garganta y dice
-¿Y tú cómo lo sabes? ¿Es que estabas allí?