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Ya vendrán tiempos mejores

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– Ven a mi puerta Pablo, y nos sentamos allí a ver la fiesta, que por esta calle pasa todo el mundo…Sacamos unas sillas y verás qué bé lo pasamos…Porque, no sé tú, pero yo no estoy para ir al baile…¡Ay, cuánto he bailado yo y para lo que me he quedado!

– Bueno, ya vendrán tiempos mejores…

– Però, ¿què dius? els temps millors ja van passar, no milloraran ni una miqueta, per a nosaltres, dic … per als joves sempre és el bo, el que ha de venir… jajajaja…¿No entiendes lo que digo?

-Eso nunca se sabe. Lo que estar por venir.. Mejor pensar que va a ser bueno ¿Qué trabajo cuesta?

– Ay Pablo, ¡Qué cosas dices! Ahora soy yo la que no entiendo…Mira ya estamos llegando a mi puerta y mira aquests nens que bé toquen el tambor per a la fila … són molt bones festes les d’aquest poble, al fet que no les teniu així a la capital.

El secreto de la morcilla

Durante el paseo ha venido contando la vida de su suegro, Julián, que era el matarife del pueblo y en su relato le mantenía vivo y de una edad aproximada «de más de ochenta años o cerca de cien».

Ahora, mientras espera la cena, retoma la historiaimg_20170309_203119932.jpg

-Es que a veces se me va un poco la cabeza, pero si ya murió el hombre…si iba yo llevando la caja en el entierro (…)

Veo que eso le va a llevar al asunto de la muerte y no es buen runrún para que se lo lleve a la cama. Así que le interrumpo preguntándole detalles de la profesión matarifera

-Pues era el que pinchaba el cuchillo al cerdo en el sitio exacto -me lo señala en su cuello- para que se desangrara, mientras la mondonguera sosteniendo el caldero removía la sangre pa no dejarla cuajar.

Eso le lleva, a cómo se hacían las morcillas, que se cocía la cebolla y se le echaba carne de la parte de la grasa, de magro no, que eso era para los chorizos. Se para a pensar, da un sorbo de su mezcla especial de vino con gaseosa

-Pero no sé qué especies llevaban, porque eso lo guardaban en secreto las mondongueras. Bien que me gustaba a mí arrimarme a ellas y ayudaba a embutir la mezcla en la tripa pero, ¡oye! que no alcancé a saberlo…

 

Tomárselo con calma

El sol es gratis, y algunas naranjas también… pero todo lo demás cuesta un esfuerzo: Tener un horizonte, cuidar y ser cuidado, sentir, recordar, volver, romper silencios, plantar cebollas, querer, escuchar a los pájaros y distinguir sus voces, leer y ser leído, ponerse límites, estar limitado, adaptarse a las limitaciones, respirar (a veces), dar y recibir, intentar cosas nuevas y alguna de las viejas que ya hemos intentado antes, tomárselo con calma y apoyarse en un bastón de caña pulida y el sol allí delante sin ninguna sombra (salvo las que llevamos dentro) como si fuéramos el final de un western en el que el pistolero se aleja, dejando todo en orden, en busca de nuevas aventuras.