A veces saco el móvil y voy leyendo, nada serio, algún washap de los amigos, comentarios blogueros, una búsqueda de autor desconocido, en fin, ya sabéis qué fácil es «caer en las redes»…y le abandono a su suerte y sus recuerdos mientras caminamos, silenciosos los dos
– Vamos a dar la vuelta ya – me dice –
-¿Quieres que pasemos a hacer una visita a Vicenta? – pone un gesto de que no le moleste y niega con la cabeza – ¿Vamos a casa entonces? ¿Estás cansado?
Cuando llegamos a la altura del callejón, en vez de seguir derecho, gira y dirige sus pasos hacia la casa de Vicenta, contradiciendo su primera intención de acurrucarse en casa…
– ¡Qué alegría que vengáis! Pasad, sentaos, ¿quereis un café? ¡Que zapatos tan bonics! Tienen que ser muy cómodos, ¿Lo son? Mi nieto también lleva de esos. Es el alcalde de V….. mi nieto ¿Tú le conoces? Es muy cariñoso, pero viene poco por aquí, tiene mucho trabajo, viene más mi hijo, el sábado estuvo y me trajo caldo de cocido y comimos fideos los dos ¿Tú comes eso? ¡Ay! Cuánto hace que nos conocemos, Pablo…aún vivía mi marido ¡Pobret! Qué pronto me dejó ¿Con quién estará ahora? ¡Ay, no quiero pensarlo! quan penso aquestes coses em dóna per netejar, mira com tinc el vidre de la taula
– ¡Reluciente!
– ¡Ai quin home, sempre em diu coses boniques … i aquestes sabates que portes, que bonics!…