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De los hombres, las mujeres, los niños y la moderación en el beber

-Me estoy poniendo ciego de Cazalla, Vicenta

-O de taronjada, jajajaja…¡Ai quin home! (*canta: si el vino y el aguardiente no se vendiera, no se vendiera, no agafaríen els homes, la borratxera, la borratxera)

-Pues dices tú los hombres, pero yo conozco alguna que las coge buenas…

-¡Ai quin feo està la borratxera en les dones!

-Lo que tiene es que a los hombres se nos perdona tó, por ser hombres, pero igual de feo o de bonito está…

-…el que dius és per pensar, Pablo

-En mi familia no hemos salío borrachos. Siempre había jarras de vino y el porrón a la vista…y que bebíamos con las comidas, naturalmente…Pero así de vicio, no hemos sío ninguno…No sé en qué consistirá

-Y ¿tú nunca has agafat un bon borratxera?

-¡Una y bien gorda!

-Jajaja, ¡Ai quin home!

-No era un hombre todavía…Es que como en mi casa había taberna…Y hacía mi padre limonada, que era vino con agua de limón: Se tronchaban así los trozos de limón (*hace el gesto con las manos) y se endulzaba con sacarina, porque azúcar no había, no es que no hubiera dinero pa comprarla, es que lo que se dice que no había… El caso es que estaban por allí las jarras…y mi primo y yo, entremedias, sin nadie que nos echara vigilancia

…En aquel tiempo no se echaba a de ver uno de los niños como ahora

Una de guerra en el centro comercial

Ahora que me fijo en esos muñecos me acuerdo de una cosa que pasó en la guerra IMG_20170730_151736.jpgEn el pueblo vivíamos tranquilos, no llegaban los bombardeos, pero una vez se presentó un avión alemán, que eran los aliados de Franco y se lió a tirar bombas y, ¡fíjate! una niña que andaba al cuidao de su hermano pequeño, salió corriendo con él en brazos hacia el refugio, pero volvió pa trás por un muñeco que se había dejao y el muchacho, lloraría por él o yo que sé …¡Reventaron los dos!  Pero mira tú por dónde,  venían hacia el pueblo dos milicianos que al ver el zafarrancho, idearon subirse a un alto que hay a las afueras y desde allí, ellos cuerpo a tierra, boca arriba y con los fusiles apuntando al cielo… esperaron a que la avioneta volara por’cima de ellos y la esribaron a tiros…El alemán saltó en paracaídas y se entregó… Luego le intercambiarían por otros prisioneros, porque ¡un alemán vale más!…Pué que murieran dos o tres más ese día…y a refugio, que nunca se sabe dónde te toca…Pero lo de esa niña fue muy sentío…Y ¡miá tú! yo que estaba jugando en la era con otros muchachos, no nos pasó ná…

Juegos

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Salimos a la calle y están jugando a pilota, un juego que viene de antiguo y en esta zona de Marina Alta se disputa en la modalidad de raspall o raspallot. Nos quedamos mirando.

-Llevan las manos protegidas porque muchas veces tién que sacar viniendo la pelota al rape’l suelo…

-¿Tú sabes?

-Uy yooo… nunca he jugao a eso…por la parte de Castilla se juega en frontón; una pared alta así con señales…Pero yo no…

-¿A qué jugabas de pequeño?

-Pueees… ¿A qué era?… Al «gua»… que es un agujero donde tenías que hacer entrar las bolas y que saltaran  las de los otros.IMG_20170709_124947_processed Las había de cristal mu boniiitas, que hacían así aguas y tó…pero la mayoría nos las hacíamos con barro y había que esperar que se secaran -se ríe- yo una vez las eché a la lumbre pa que se secaran antes… También a ir corriendo detrás de un aro, que lo ibas dirigiendo con un alambre a propósito pa que no dejara de rodar…Y a lanzar un palo pa hincarlo en el barro…y a andar con las manos, ¡siiií! -se ríe- luego después… fuimos de cabeza…y ahora yaaa pa’l hoyo -sonríe -.

 

La voz de Pablo

Hoy iba tratando  de recordar sobre cuando fue a la escuela por primera vez, que parece que se empezaba a los seis años, pero no lo tiene muy claro

-Se iba por separao, los chicos de con las chicas. Pero era el mismo edificio y cuando tocaba el recreo, a los chicos nos echaron a la calle para que dejáramos el patio pa las niñas. Y verás lo que pasó, que una madre que nos vio en la calle, fue a protestar y dijo que todos teníamos los mismos derechos, niños y niñas, y que si no querían que nos pegáramos pues que nos dieran una buena educación y que estuvieran ellos al cuidao, también en el recreo. Eso fue muy sonao…Luego cuando empezó la guerra, el maestro se tuvo que ir al frente y ya nos quedamos salvajes  jugando a combatir con piedras… Y cuando empezó la posguerra (nunca da la guerra por terminada) Pusieron a otros maestros, que daban doctrina y yo ya me puse a ayudar a mi padre trabajando y a las chicas de mi edad, las enviaron a muchas a Madrid y a Toledo a servir y había un cantar…»ayqueperrasquesonlasmujeresqueyanonosquierenysevanaserviramadrid»

De lo grande y lo pequeño y lo poco y lo mucho

– Pablo, ¿me estás entendiendo lo que te digo?

– Ahora que mientas eso de entender, se me está viniendo a la cabeza una vez que vino uno a casa a preguntar a mi madre sí podría arreglarles un choto…Y mi madre ¡uy, yo no tengo vasija pa tan graaaande!  Y el otro, que no, que era muy chiquinino – se ríe  y gesticula con los brazos –  ¡Y es que era un chivito a lo que se refería! …Claro, como el muchacho era de otro terreno pues se conoce que allí nombrarían chotos a los chivos.

– Y ¿qué hacía en vuestro pueblo?

– Estaba de relevo. Era un camillero que le habían matao al compañero en el frente del Tajo y él solo, ¡oye!, había  seguido retirando heridos con una manta y mucha maña. Luego se hizo amigo nuestro y nos daba la enseñanza de la guerrilla a los chicos,  a escondernos de las balas y avanzar a rastras y a lanzar piedras para despistar al enemigo

– Menuda diversión fue la guerra para ti…

– Ya lo creo, no teníamos control ninguno

– ¡Pero dulces no había!

– (suspira) … Sí ya sé lo que me quieres decir… que tres flanes son muchos… Es que como estaban ahí juntos…y uno me ha sabío a poco…

El viento en los sauces

-Me acuerdo cuando nos mandaban a sacar a los guarros… -se ríe- nos mandaban las madres a los chicos pequeños a sacarlos pa que comieran por el campo, porque en las casas, en aquel tiempo, poca comida habría para ellos y se los sacaba a las afueras del pueblo para que comieran, porque los cerdos comen de tó, bichos muertos, raíces, hierbas y hasta a ellos mismos entre ellos si tienen mucho  hambre…Te advierto que con nosotros reparaban poco;  los arreábamos bien deprisa hasta una casa que había abandoná y allí los dejábamos encerrados y nosotros nos íbamos al río.

-Pobres cerditos…img_20170315_104544.jpg

-¡Pero coño! Pobres nosotros, que en cuanto nos teníamos de pie ya habíamos de valer para hacer algo… Así que allí, que está a cinco kilómetros del pueblo, el río, ¡ná menos!..fuera del alcance de su vista era la manera de librarse…-Para de hablar, sonríe, suspira- Hasta que nos pillaron una vez porque mi primo cogió una rama de un sauce, que son muy flexibles y mi madre se dio cuenta porque esos árboles sólo crecen en las riberas y luego se fijó en mi que me había puesto la camisa del revés, a lo visto ¡Fíjate! ¡Qué chico no seríe que no valía ni pa vestirme!

De precio incalculable

-(…)Pues que estando en la viña vigilando mis primos y yo… Había que estar allí porque había mucha hambre…Se robaba hasta los garbanzos recién plantados, iban rebuscando en los surcos y..

-Te estás desviando otra vez de la historia

Bueno, pues que llegó la mujer, que se bajó de un coche y nos dijo que si podíamos recoger unas hierbas que le habían dicho que se encontraban por allí

¿Qué hierbas eran?

-Collejas -me mira esperando a ver si le pregunto qué son-Y se las llevamos a casa de un sobrino, que es donde nos dijo que estaba viviendo y nos preguntó que cuánto nos tenía que pagar…Y los otros, que aparentaban más grandes que yo, se encogieron de hombros y se quedaron callaos…Y yo dijeeee: «Mire usté, estas yerbas no se puede calcular su precio, porque no se venden como si fuera una carga de leña. Cada uno recoge las que se va a comer y no se comercia con ellas, así que, si le parece bien, como somos tres, denos treinta céntimos por hacerle el favor de traérselas,  diez para cada uno». Y ella dijo, «Pues no me parece mal, toma diez para ti, diez para ti y a ti por ser el tratante te doy quince y ya te puedes dedicar a esto, que te defiendes bien». Eso me dijo

¡A todo confort!

Me ve en el cuaderno el dibujo de ayer

-¿Qué dibujas aquí?

-Pues a ti con la mula

-¿Esto es una muuuuula?

-¿No me ha salido bien?

-Más bien se da un aire a los «poneys» que usan aquí, por la parte de Valencia…La mula era más fina, con las patas más largas y ¡ unas orejaaas! que te avisaban de cualquier ruido  que tú ni sentías…

¿Asi?

-Bueno, eso yaaa, se parece un poco más

-Y, en la escuela, entonces ¿qué te enseñaron?

-Pues enseñarme, lo que se dice enseñarme, ¡na! Pero me hicieron aprender lo que es la injusticia…Que a los pobres nos sentaban en un banco, apretaos, ¡sin espaldar, ni ná! Y al alcance de la vara del maestro…Y a los ricoooos los acomodaban en esos pupitres con tintero y pluuuuma ¡A todo confort!

Se me olvidaba

-(…)¡Ah! Se me olvidaba…Al acabar la guerra mandaron unos frailes a adoctrinar por los pueblos…Pero yo no acudía a los cánticos esos que llamaban a misa…Hasta que un día, me pilló por banda un falangista, de los que hacían patrullas, con su camisa azul… y me dio el alto, «¿A dónde crees que vas?» Y yo le digo, pues a trabajar, y me dice «¡Lo primero  a confesar los pecados!»img_20170213_191401235.jpg

…Y yo le digo, perooo…¿cómo voy a entrar ahí con el azadón y la manta? «Déjalo ahí en el escalón, ¡A ver si te crees que te van a robar eso!»-suspira-  Hice lo que me mandó, ¡Claro! ¡Cualquiera! Y dentro estaban todos de rodillas delante de los frailes… pero me tocó uno, que no sería muy malo, porque me preguntó si me pegaba con mis hermanos y que si alborotaba en la plaza y yo le dije que no,  y va y me dice con sorna «¡A ver si vas a ser un santo!» Nooo, le digo, lo que pasa es que mis hermanos son muy chicos y yo que soy un mozo de doce años ya, tengo que trabajar y no me queda tiempo de discutir con nadie y en la entrada están los aperos que no me han dejao pasar, si quiere usté ir a verlos…Y le debí caer en gracia, porque me mandó pal campo y que rezara por el camino. ¡Miá tú!

¡Rayos y centellas!

Como está el día tormentoso y hay que pasarlo en casa, me cuenta de nuevo la anécdota de un hombre «grande» que repetía acurrucado «¡ay madre!¡ay madrecita!» mientras tronaba fuera y ellos, la cuadrilla de labor, se apretujaban en un chozo a refugio de la tormenta y se reían nerviosos del miedo y los lamentos.

-Y ¿tú no tienes miedo a que te parta un rayo?

Se pone muy serio, saca su navajilla del bolsillo, la abre y me la pone delante como la cruz a los vampiros.

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-¡Mira!, los rayos van a ti si tienes algo acerado en las manos, como un cuchillo…Uno que cuentan de por allí…y que estaba partiendo pan con la navaja, le llegó una chispa y le dejó la mano tonta; pero una chispa tiene menos poder que un rayo…Un rayo es lo que partió una encina por dos yendo mi padre por el camino con un burro, lo que tiene es que ese burro podía con mucha carga pero iba muy despacito, muy renqueante…Y eso le salvó a mi padre, que vio cómo cayó el rayo en el árbol, unos pasos más alante.