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Sol y sombra, «me acuerdo»

Hemos llegado andando hasta la playa y nos hemos sentado en la piedra de pensar. Llevamos un par de minutos en silencio, él haciendo rayas en la arena con su bastón y yo…De repente se levanta y me pregunta

-¿Sabes cómo conocía yo que había llegao el medio día? …Pues me colocaba así, con el sol en la espalda y si echando el pie p’alante – hace el gesto de pisar su sombra – me pisaba la cabezaaa

…es que había llegao la hora de parar a comer – se ríe, se sienta de nuevo y empieza a cantar –

🌫️🎶ya se está poniendo el sol, hacen sombra los terrones, mírale la cara al amo, verás qué mal gesto pone🎶🎶

Eso era un cantar que hacían las mujeres en la aceituna, queee había algunos amos que se les hacía poco la jornada de sol a sol y ponían mala cara cuando se acababa…Luego ya vino la ley de las ocho horas, perooo ¡ya pa’qué! – se ríe – Ahora yaaaa…voy con el sol a la espalda…y la sombra también…¡Ah! Había también una bebida que lo llamaban «solysombra» ¡Yo no sé porqué me acuerdo de eso ahora!

El agua, la tierra, el mar

-Mira Pablo, qué aire tan bueno y ese castillo ¿A que en tu pueblo no hay castillo? Es que este pueblo antes estaba allí bajo, por eso se llama «…de la Vega» Pero hubo una epidemia, yo no sé cuándo, en tiempo de los moros pué que fuera y subieron el pueblo aquí a lo alto. Y eso era todo regadío y «habían» manantiales y todo estaba sembrao y se vivía de lo que se iba sacando, tomates, judías, pimientos…Y, las tormentas, ¡qué miedo! Es que yo era pequeña y vivíamos allí bajo, en la ermita y teníamos que abrir y cerrar las esclusas para regar los campos de «alredor»…Pero luego nos fuimos a Madrid, mis hermanos y todos…y entonces hicieron aquí un aparcelamiento (*) de tierras y juntaron las huertas de la Vega, luego se repartieron a su gusto y manera, entre los que mucho tenían y seguían en el pueblo, y a nosotros nos dijeron que nos había «tocao» un trozo allí lejismo y de secano, que no valía pa ná y que los cachitos de huerta tan «gúenos» que teníamos, pues que ya no eran nuestros y mi hermano… ¡Uuuuh! cómo se puso, pero de ná le valió al pobre…Y ahora ya tó está perdío, hasta los caminos… tó abandonao y ni huertas, ni agua… Y ¡mira!, por allí pasaba un río y ahora está seco y no llueve

– Pues donde yo vivo ahora, tengo una huerta y tampoco llueve mucho, pero hay un río muy grande…y muy salao

(*)La primera disposición sobre concentración parcelaria se promulga en España el 20-12-1952

Con el fin de que le de más el sol y se ventile

-Entonces ¿Qué? ¿ te gusta este terreno? ¿te vas a quedar por aquí?

-¡Bueno!, aquí se está bien, pero yo soy más de ciudad

-Yo, como he vivido siempre en el campoooo, he aprendido todas estas cosas

– Y esto de la poda ¿Cómo sabes por dónde hay que cortar?

– Pues mira, esto es «la saca» y esto de  aquí es «el puesto». El puesto es lo que se deja y la saca es por donde hay que cortar.IMG_20170504_232836119.jpg

Que la poda no es otra cosa que abrir camino al sol. A las parras, igual que a los naranjos y a los árboles todos que plantes, hay que aliviar de peso, así por dentro, porque si no se vuelven salvajes y crecen por arriba y por abajo, mucha fronda y poco fruto. Y en eso consiste el cultivo, en ordenar las cosas a tu gusto, en darles forma para que den más beneficio

– Y ¿esto se hace así para que den más uvas y más gordas?

-Para eso y también se hace para que no tengan enfermedades, porque si dejas esto así como ello quiere, acaba no dejando entrar la luz ninguna y por la umbría y la falta de aire se pierde entera la cepa.

Las libélulas no pican

-Te advierto que me voy a quitar esto y a quedarme en camisa, que ya está picando el sol que es un gusto…¡Mira! a esas las llamábamos «apagacandiles»

– ¿A qué?

-¡Apagacandiles! Porque se acercaban de noche a la llama que hacían los candiles y con el movimiento de las alas los apagaban, ¡Cosas de campo! Por aquí las llaman libélulas…Pero en el campo ponemos nombres a las cosas según lo que hacen, como los motes de la gente… ¿A que no la ves? ¡Si la tienes delante!IMG_20170329_212022507.jpg

-Parece muy pequeña y frágil como para apagar una luz ¿cómo era la llama? ¿Qué le echabais al candil de combustible?

-Pues era una llama poca cosa….Con un poco aceite que se echaba en un cacharro así pequeño – pone las manos como recogiendo agua- que terminaba así en una punta y con un «cachejo trapo» se hacía la mecha y se encendíaaa, ¡ná, una llamita!…Y con eso nos alumbrábamos para ver cuando nos juntábamos por la noche…Luego ya vino la luz eléctrica y ahí se acercaban los mosquitos, ¡esos son peores! Éstas comen mosquitos ¿eeeh?..¡Uy! ¡hasta abejorros grandes!…Pero no pican a la gente…

 

Ni hace daño al suelo

Camino del huerto me viene contando, lo bien que lo tenía él antes, cuando tenía fuerza para trabajar y lo llevaba todo en orden, que llamaba la atención a los que pasaban y la de cosas que plantaba y la cantidad tan grande de guisantes que recogía…

-Yo que me había hecho la ilusión de que ahora, la gente joven, ibais a poder tenerlo limpio y cuidao, que las malas hierbas son muy dañinas para lo que plantes…Pero si es que no puede ser- suspira-¡Que no valéis para esto!

Al llegar se sienta y adormila un ratillo. Luego despierta bruscamente, me ve con la azadilla quitando malas hierbas y dice enarcando las cejas:

-Sí eso que haces no vale para ná. ¿No ves que esas hierbas se secan solas y no hacen daño a la tierra. Pero bueno… si te quieres entretener haciéndolo…

Coge un azadón y empieza él a quitar hierbas con más garbo y precisión que yo (que tengo poco estilo hortelano). Cuando tiene un buen montón, dice que le duele todo el cuerpo

-Siéntate y descansa un rato

-¿De qué voy a descansar?, si no hago nada

-¿Eso que has hecho, no es nada? Además, sólo vivir ya cansa

-Pues sí que cansa…-Sentado, sigue quitando hierbas donde alcanza con el azadón- si es que no sé pa qué tenemos que vivir tanto…

Febrerillo el loco

-¿Ya estamos en febrero?

-¡Ya se está acabando!

-Febrerillo el loco con sus veintiocho, que sacó su padre al sol y luego le apedreó

-¿Y ese refrán? ¿te lo has inventado ahora?

-¿No lo habías oído? Eso se dice siempreee… porque en este mes tan pronto hace sol como que cae un granizo…¿Sabes lo que se me viene a la cabeza ahora? -se ríe- Uno que vivía con un familia de allí, que lo tenían recogío y pa trabajar, ¡claro!, Yo no sé de qué pueblo vendría-busca en la memoria- …Pues el caso es que estaban quitando los chupones de las olivas él y toda la familia…Y de repente, oscureció y se puso a llover y a granizar y al muchacho este…No se le ocurrió otra cosa que quitarse la ropa y haciéndola un atillo la escondió por allí en el hueco de algún tronco- se ríe-Y se puso a dar brincos desnudo ¡al descubierto! Y todos los demás que habían buscado refugio como podían, se quedaron con la boca abierta…

-Y ¿qué pasó?

-Pues que todos se mojaron menos él, que cuando escampó se volvió a poner la ropa seca y siguió tan campante…img_20170226_221900249.jpg

-Y tú ¿te mojaste o no?

-Yo noooo porque ese día no estaba

guardando el equilibrio

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Venimos del huerto y  me va explicando si por los terrenos que pasamos, están bien o mal hechas las podas. Porque el asunto de la poda es una cosa de mucha importancia y gravedad, tanto que eso le lleva de estos árboles a los suyos, a los de su infancia y juventud toledana, a los olivos y a lo bien que preparaba él los troncos, limpios de chupones y bien removida la tierra alrededor…Dice se esperaban en su familia a que él fuera «de permiso», de lo bonitos que los dejaba.

-Y ¿ a ti quién te enseñó todo eso?

-Pues mira, yo aprendí a podar oyendo cómo lo explicaba de bien un hombre en una barbería (seguramente esperando que le cortaran el pelo a tupé)…Y a subirme a varear no me enseñó nadie tampoco. Vi cómo estaban discutiendo dos hombres grandes por ver a quién le tocaba subir arriba, y dije yo, pues no tiene que ser tan difícil, trae «pacá» la vara y me subí de un brinco y así lo hice.

-A ti no te daba miedo, ¿a que no?

-A mii…¡Qué me va a dar! Yo gateaba que era un gusto…y me cambiaba de rama en rama de un brinco, sin pasar por el tronco.

 

 

 

 

felices penurias

Hoy, arropado con la manta, comiendo unas natillas, con un desánimo que le deja «el cuerpo frío y la cabeza caliente»img_20161112_203728960.jpg

-(…) es un frío por dentro lo que tengo, una cosa difícil de decir…

-¿Así te arropabas con la manta cuando ibais al campo?

-¡La manta no la soltaba!- empieza a hablar como enfadado de que le pregunte, pero poco a poco se va animando y su cabeza se va hacia esos días de «felices» penurias- Valía hasta de bolsa, en la parte del «doble» llevaba el cacho pan y las sardinas que me echaba mi madre de merienda….y valía para hacer sombra cuando hacía falta…y en poniendo unas pajas debajo, ya tenías la cama – se ríe- Me has hecho acordarme de una vez, yendo con mi primo ya muy tarde a guardar la viña…que veníamos del baile, ya de noche, y cómo iría de cansao que dice, «yo me quedaba aquí mismo», y se echó sobre un risco…Yo me preparé bien la cama y me dormí enseguida y cuando «disperté» porque amanecía, mi primo no se había movido de según se había quedao, así tumbao y  ¡sin molestarle las piedras debajo! -se ríe y se aparta la manta- y con la manta en el hombro, sin arroparse ni naaaa…

-¿Ya no tienes frío?

-No, ¡ya se me ha quitao!- y sigue hablando de su primo y de cosas que me cuenta tantas veces…

La caza

-Los mochuelos se suben a lo alto de un árbol para ver bien, con esos ojos grandes que tienen, no sé si los has visto alguna vez, y luego se lanzan -hace el sonido del vuelo y con la mano imita el movimiento rápido hacia el suelo- a cazar los ratones y musarañas que hay siempre escondíos en el campo -se ríe- Por eso yo ponía las «ballestas» en las olivas cuando nos quedábamos a dormir por allí. Y siempre me despertaba el ruido que hacían cuando caía alguno. Yo he tenido siempre un dormir muy ligero y un buen despertar. Mi primo, en cambio, no los oía nunca -sonríe con el recuerdo ganador – Hasta una vez vi a mi tío que se levantaba muy temprano, así despacito, para ir a ver las trampas…-enarca las cejas- pero ¡quiá! ¡Ya los había cogido yo!img_20170129_110002307.jpg

-Y ¿los cogías vivos?

-Sí, los agarraba así de las patitas y suavemente con la otra mano, ¡zas! -Me mira la cara y …-  si no les hacía sufrir ni naaaa, era un buen golpe… Así quiero yo que me lleve San Pedro, ¡de un cogotazo bien dao!

las mujeres no se escondían para mear

-¿De dónde eres?

-De Toledo

-¡Anda! Si somos casi paisanos, yo soy de Cuenca, pero mis abuelos eran de un pueblo de Toledo y se fueron a Tarancón a poner una tienda de esas que tenían de todo…¿cómo se llamaban? ¿abacerías o colmados?

-Es que en cada pueblo, aunque sean del mismo Toledo, se tiene un hablar y se nombran las cosas  diferentes -aquí, imita un acento que dice que es de tal pueblo-…Cuando ibas en el coche de línea, enseguida veías por el habla de dónde eran los que iban «subíos»…y las costumbres, tampoco eran las mismas…había un pueblo, que estaba entre el mío y Talavera donde, eran las mujeres las que iban a segar… y los hombres a la labor

-¿A la labor de la casa? ¿Entonces? ¡No creo!

-A labrar, a la siembra, a la trilla…lo que se dice la labor. Nos juntábamos con ellos, porque lindaban las tierras, para la recogida de bellota y, oye, las mujeres no se escondían para mear ni «na» se paraban de pie en cualquier sitio y ¡hala! No les daba ningún «cuidao»…

-Con esas faldas largas que llevaban…¿y las bragas?

-¿Qué bragas? Las pobres no llevaban bragas…eso es cosa de poco tiempo a esta parte…a mi madre se las trajo mi tía Raimunda de Tánger, las primeras…y luego ya vieron que era una cosa  buena…y ya las gastaron también ellas.

 

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