Hace unos días, en la sala de espera del consultorio médico, le conté a Pablo (en voz alta y repitiendo algunos pasajes que no entendía/oía bien) una historia que había leído en el blog de luna ; trata de un abuelo que le tiene manía a su nieto y le deja de herencia una bicicleta rota (el cuento completo lo veréis pinchando en el enlace). Naturalmente me oyeron todos los habitantes de la sala y eso despertó una tertulia/polémica en idiomas y traducciones varias, que nos mantuvo entretenidos hasta que nos nombraron para entrar a consulta. Aquí os dejo dicho que Pablo dio aprobado en el examen, que nos recetaron pañales (Yo no sabía que los cubría la Seguridad Social) y que nos dieron algunos consejos (bastante razonables) sobre alimentación ancianil. De regreso a casa y tomándose su bebida energética (preparado para deportistas marca ACME)
-Y esa bicicleta que dices que le ha quedao tan rota a ese muchacho… ¿No podríamos llegarnos hasta Ondara y a ver si nos dicen allí en la tienda si tiene arreglo y lo que costaría? Porque a lo mejor, como a mí me conocen…osea que lo hacen por cosa de poco
Por contentar al muchacho, digo…Si a mí se me daban muy bien los arreglos, porque yo iba y volvía a Talavera y ¡bien cargao de cosas! Y más de una vez tuve que parar y arreglar, que sí el manillar, que sí una ruedaaa… Pero yaaa…con esta temblera de manos que tengo ¿Por qué me habrá dao a mí este reilor?
-Es por el Parkinson
-¡Qué jodío el parkin ese! Pues yo iba a Talavera y volvía tan deprisa como Bahamontes -se ríe- ¿A qué tú no le conoces? El Águila de Toledo le decían
Y era tan rápido subiendo montes, que cuando fue a correr a la parte de Francia y llegó el primero y ¡bien alante! a lo más arriba…de un señor monte sería, porque allí lo calzan tó más grande -se ríe- Pues y queee ¡se puso a comer helaos mientras los otros le daban alcance!