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Una mareíta muy fina

Así como recuerda y cuenta con gran detalle sus historias de infancia y juventud,  el tiempo de ahora le parece una invención laberíntica por donde deambula sin saber si lo sueña, o lo vive.

– Pablo ¿Seguimos con el árbol?

– ¡Uy, no! No tengo ganas de ponerme a trabajar con esta mareíta tan fina.

Y se mete en la caseta a quedarse dormido. Una hora después le llamo

-Pablo

-¿Qué hora es?

-La hora de bocadillo

– ¿Es que ya hemos trabajao? El bocadillo hay que ganárselo.

– Yo creo que tú ya te has ganado todos los bocadillos de todas las jornadas del mundo, ¿qué no?

– Y yo qué sé, si no sé ni lo que me dices, pero – se levanta de un brinco y sale- ¡Uy! Parece  que se ha levantao una mareíta fina y no hace tanto calor como antes ¡Habrá que hacer algo!

-Lo que quieras

– Pues si no mandas ná, voy a ponerme con el árbol, a quitarle las ramas que estorban pa moverlo – Va hacia el árbol – Para esto va a hacer falta una herramienta de podar, pero ¿dónde estarán?

-Ahí, en su sitio

Suspira, coge una tijera podadora bien grande y se pone a la tareaIMG_20170524_161537.jpg

 

La miseria no es buena

Le pregunto de quién era la viña a la que tanto iba de chico

-Pues esa la heredó mi madre de su padre, que era lo único que tenía. Porque estuvo de pastor toda su vida y no valió pa otra cosa… Tenía poco espíritu

-El espíritu ¿es como llamas a la ambición?

-Algo así será…La cosa es que estando de pastor como era viudo, le engatusó el mayoral y le encasquetó a su suegra, que también era viuda…Y se casaron y todo, pero ya bien anochecido para no dar lugar a habladurías. Y esta mujer, esta viuda, le fue sacando todo lo que tenía, le hizo ir vendiendo todas sus cabras para «bebérselas», porque era muy aficioná…Y luego le dejó. Y cuando le recogió mi madre, que mandó a uno de mis hermanos a ayudarle, no le quedaba más que un jergón, pero ¡hasta la lana le había sacado para venderla!

Se queda mirando la chumbera que lleva enferma ya desde el año pasado, se va y vuelve con una sierra.

-Esto habrá que cortarlo desde el tronco, porque lo que tiene no es nada más que miseria y si la dejamos, se extiende alrededor y no es bueno.IMG_20170328_114937762.jpg

Febrerillo el loco

-¿Ya estamos en febrero?

-¡Ya se está acabando!

-Febrerillo el loco con sus veintiocho, que sacó su padre al sol y luego le apedreó

-¿Y ese refrán? ¿te lo has inventado ahora?

-¿No lo habías oído? Eso se dice siempreee… porque en este mes tan pronto hace sol como que cae un granizo…¿Sabes lo que se me viene a la cabeza ahora? -se ríe- Uno que vivía con un familia de allí, que lo tenían recogío y pa trabajar, ¡claro!, Yo no sé de qué pueblo vendría-busca en la memoria- …Pues el caso es que estaban quitando los chupones de las olivas él y toda la familia…Y de repente, oscureció y se puso a llover y a granizar y al muchacho este…No se le ocurrió otra cosa que quitarse la ropa y haciéndola un atillo la escondió por allí en el hueco de algún tronco- se ríe-Y se puso a dar brincos desnudo ¡al descubierto! Y todos los demás que habían buscado refugio como podían, se quedaron con la boca abierta…

-Y ¿qué pasó?

-Pues que todos se mojaron menos él, que cuando escampó se volvió a poner la ropa seca y siguió tan campante…img_20170226_221900249.jpg

-Y tú ¿te mojaste o no?

-Yo noooo porque ese día no estaba

libertad vigilada…

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Aquí está Pablo sentado en la puerta de su caseta del huerto, caído en uno de esos sueños de libertad.

Estar al cuidado de una persona no deja de ser, un poco, tenerle bajo vigilancia. Vigilar que se asee, que se cambie de ropa, que coma a sus horas y una dieta adecuada (Pablo preferiría comer dulce solamente), las horas de sueño y de vigilia. A veces le veo paseando por el pasillo con el reloj en la mano (porque pasa el tiempo más rápido que si lo tienes en la muñeca) cuando bajo a darle la última dosis de levodopa sobre las 21:00 Y si por cualquier distracción me retraso un minuto, me reclama a la voz de

-Las nueveeee, las pastillas!

Y cuando llego a su lado, preparo la cena y  se queda ese rato en la cocina, casi siempre contándome alguno de sus recuerdos. Sentado en su sitio de la mesa, calibrando el humor que tiene «el vigilante «para desviar hacia uno u otro lado la conversación…se toma sus pastillas y dice mirando cómo vuelvo a rellenar el pastillero

-Bueno, esas ya son las de mañana, ¿no? Ya no me mandas nada más por hoy, yo ya puedo irme a la cama. ¡Buenas noches!

 

¡Rayos y centellas!

Como está el día tormentoso y hay que pasarlo en casa, me cuenta de nuevo la anécdota de un hombre «grande» que repetía acurrucado «¡ay madre!¡ay madrecita!» mientras tronaba fuera y ellos, la cuadrilla de labor, se apretujaban en un chozo a refugio de la tormenta y se reían nerviosos del miedo y los lamentos.

-Y ¿tú no tienes miedo a que te parta un rayo?

Se pone muy serio, saca su navajilla del bolsillo, la abre y me la pone delante como la cruz a los vampiros.

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-¡Mira!, los rayos van a ti si tienes algo acerado en las manos, como un cuchillo…Uno que cuentan de por allí…y que estaba partiendo pan con la navaja, le llegó una chispa y le dejó la mano tonta; pero una chispa tiene menos poder que un rayo…Un rayo es lo que partió una encina por dos yendo mi padre por el camino con un burro, lo que tiene es que ese burro podía con mucha carga pero iba muy despacito, muy renqueante…Y eso le salvó a mi padre, que vio cómo cayó el rayo en el árbol, unos pasos más alante.

Reanudando y pensando a un tiempo

Se pone a tejer con cuerda de rafia un asiento para la silla que se ha roto. Muy concentrado en cada nudo y pasando la cuerda de un lado a otro con mucha atención.

-Estás muy concentrado, para no equivocarte…

-Esto, hay que hacerlo pensando cada nudo, porque si no se te va la cabeza a otro lao y cuando te echas a deber estás tirando de la cuerda que deshace y en vez de ir pa lante vas pa tras.

-Y ¿quién te enseñó a hacer eso?

Se para de tejer pero no suelta la cuerda y me dice:

-Pues mira, después de terminar la siega, un año nos llevó mi padre al Tajo y allí vi a unos hombres que estaban haciendo cestos y me acerqué y me quedé mirando… y uno de ellos, se conoce que le caí en gracia, y me dio cuerda y me senté a su lao y le iba imitando según lo hacía y acabé haciendo uno, más chico que el que ellos hacían pero de allí me fui con el cesto y sabiendo.

-Qué buena cosa fue eso

No me oye, ni vuelve de su recuerdo. Sonríe y se concentra otra vez a apretar el nudo que había dejado a medias y sostenía en la mano.

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carne de membrillo

-¿Vas a hacer carne de membrillo?

-Sí, porque nos ha traído estos membrillos la vecina, de su huerto…Es que los nuestros este año no maduran, se están cayendo del árbol verdes y las hojas ya están secorras…

-¿Cómo van a madurar? Hasta que no llega septiembre no maduran…

-Pero ¡si estamos ya en noviembre!

Parece que no me ha oído. Se sienta y repara en el pastillero en su lado de la mesa

– Y ¿estas pastillas? ¡no me las he tomado!

-Esas pastillas son las de las nueve -levanto la voz- ¡y son las siete!

-¿Las siete? – Se mira el reloj y lo comprueba, vuelve a mirar el pastillero- A lo mejor se puede hacer carne de membrillos verdes

No le gusta nada que «los otros» le ganen en la producción de sus huertos

– Pues yo creo que hay membrillo de colores…membrillo verde. Será con colorantes..

-…a lo mejor está bueno, echándole bien de azúcar…

-¡Suspiro!

-Entonces, si ya estamos en noviembre…hay que sembrar los guisantes y las habas.

-Ya los hemos sembrado para «los santos»

-Entonces, ahora lo que viene es la Nochebuena ya…-Vuelve a coger el pastillero -… Estas pastillas…¡No me las he tomado!

 

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las mujeres no se escondían para mear

-¿De dónde eres?

-De Toledo

-¡Anda! Si somos casi paisanos, yo soy de Cuenca, pero mis abuelos eran de un pueblo de Toledo y se fueron a Tarancón a poner una tienda de esas que tenían de todo…¿cómo se llamaban? ¿abacerías o colmados?

-Es que en cada pueblo, aunque sean del mismo Toledo, se tiene un hablar y se nombran las cosas  diferentes -aquí, imita un acento que dice que es de tal pueblo-…Cuando ibas en el coche de línea, enseguida veías por el habla de dónde eran los que iban «subíos»…y las costumbres, tampoco eran las mismas…había un pueblo, que estaba entre el mío y Talavera donde, eran las mujeres las que iban a segar… y los hombres a la labor

-¿A la labor de la casa? ¿Entonces? ¡No creo!

-A labrar, a la siembra, a la trilla…lo que se dice la labor. Nos juntábamos con ellos, porque lindaban las tierras, para la recogida de bellota y, oye, las mujeres no se escondían para mear ni «na» se paraban de pie en cualquier sitio y ¡hala! No les daba ningún «cuidao»…

-Con esas faldas largas que llevaban…¿y las bragas?

-¿Qué bragas? Las pobres no llevaban bragas…eso es cosa de poco tiempo a esta parte…a mi madre se las trajo mi tía Raimunda de Tánger, las primeras…y luego ya vieron que era una cosa  buena…y ya las gastaron también ellas.

 

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