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Fiarse del hambre

Dice que le pesan las piernas y que no se fía de ellas. Camina concentrado en no inclinarse demasiado. Le agarro del brazo para servirle de apoyo e inmediatamente, dobla el suyo contra su cintura para sujetarme él a mí. Mantengo la posición del brazo pero suelto los dedos. Me dejo llevar

– Hay que acompasar bien el paso, como en la mili -se ríe – ¿Sabes que yo estuve en Barcelona haciendo el servicio militar?…Sí, hombre, sí. Estábamos en Villaverde haciendo  la instrucción y me enteré que  había un destacamento pa Barcelona y yo fui el  único que me ofrecí  voluntario… y los otros: «Pero ¡tú estás loco! ¡con lo cerca que estamos aquí del pueblo!»… Pues a mí me fue muy bien y hasta estuve a punto  de quedarme allí a vivir, porque me ofrecieron trabajo y tó, uno que su padre tenía ganadería…¡Ay!, pero en aquel tiempo tiraba mucho el pueblo y que los padres no te daban la independencia así como así…y otra cosa eraaaa, la novia de formalidá que tenía… Luego me enteré que a ella le hubiera gustao irse del pueblo, conmigo, pero como en aquel entonces esas cosas era un enigma decirlas…¡Qué sé yo lo que hubiera sío! …Anda, vamos a sentarnos un rato ahí…

-Yo creo que ya va siendo hora de ir a comer ¿Qué hora es?

– Si te advierto que de los relojes tampoco te puedes fiar mucho

– Entonces, ¿De qué nos fiamos?

– Del hambre

Un día intranquilo

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Un día intranquilo. Se ha levantado, a pesar de mi insistencia para que volviera a la cama, y bien temprano ya tenía la gorra puesta esperando impaciente el momento paseo

– A quien madruga Dios le ayuda… que uno que madrugó se encontró un costal.

– Más madrugó el que lo perdió

– No, ese seguro que trasnochó

– Siempre te tienes que salir con la tuya

– ¡Ay! Estoy tan echao a perder que hasta ganar me incomoda…

Decide sacar una silla fuera para sentarse a la puerta. Vuelve a entrar a buscar su garrote. Salgo yo con una botella de agua y se la doy para que beba, mientras le advierto que me llame, si le apetece salir a andar de repente. Da un sorbito de agua y cierra parsimoniosamente la botella, dejándola en el suelo al lado de la silla.

– No, me quedo aquí sentao viendo pasar a la gente que me saluda y no sé quién son ¡Uy, eso es muy entretenío!…Además, que si me da un repentino de estirar las piernas… no te voy a andar llamando pa eeeeeso…- Me mira, se ríe – Tú descuida que no me voy a escapar.

 

Días de agua…

-Parece que está muy oscuro para la hora que es – me dice, ya preparado con su gorra  y  su garrote para salir a pasear.

-Está lloviendo torrencialmente   Pablo. Hoy no podemos salir ni con paraguas. ¿Cómo se dice?  Días de agua, taberna o fragua.

-¡Uy taberna! Cuando llovía no íbamos al campo pero siempre había alguna labor en casa…Estaban las aceitunas que había que matarlas, con una navaja hacer un par de tajos a cada una, menudo entretenimiento era ese.

-Pues no tenemos aceitunas para matar. Vas a tener que sentarte a ver la tele, o mirar por la ventana a ver llover

-Es que así no se me conforman las piernas… Necesito moverme…¿No tienes algunas judías que cortar, o algo?

-¿Por qué no te cortas las uñas? Las tienes ya muy largas

-¿Esto es largaaas? ¡Qué van a estar largas!

Se instala para mirar por la ventana.

-Es que ni siquiera pasa un alma

Tiene la televisión encendida y sube el volumen. Están dando la previsión del tiempo con la alarma correspondiente. Le veo venir de nuevo a la cocina

-¡Han dicho que están en alerta en las provincias!

-¿En qué provincias?

-¡Pues en las que no son la capital!

-Entonces, ¡habrá que ponerse alerta!

– ¿No sabrás dónde he puesto el cortaúñas? Porque estoy pensando que me voy a cortar las uñasIMG_20170313_205331277

Ni hace daño al suelo

Camino del huerto me viene contando, lo bien que lo tenía él antes, cuando tenía fuerza para trabajar y lo llevaba todo en orden, que llamaba la atención a los que pasaban y la de cosas que plantaba y la cantidad tan grande de guisantes que recogía…

-Yo que me había hecho la ilusión de que ahora, la gente joven, ibais a poder tenerlo limpio y cuidao, que las malas hierbas son muy dañinas para lo que plantes…Pero si es que no puede ser- suspira-¡Que no valéis para esto!

Al llegar se sienta y adormila un ratillo. Luego despierta bruscamente, me ve con la azadilla quitando malas hierbas y dice enarcando las cejas:

-Sí eso que haces no vale para ná. ¿No ves que esas hierbas se secan solas y no hacen daño a la tierra. Pero bueno… si te quieres entretener haciéndolo…

Coge un azadón y empieza él a quitar hierbas con más garbo y precisión que yo (que tengo poco estilo hortelano). Cuando tiene un buen montón, dice que le duele todo el cuerpo

-Siéntate y descansa un rato

-¿De qué voy a descansar?, si no hago nada

-¿Eso que has hecho, no es nada? Además, sólo vivir ya cansa

-Pues sí que cansa…-Sentado, sigue quitando hierbas donde alcanza con el azadón- si es que no sé pa qué tenemos que vivir tanto…

(…)se quitó la china del zapato

Mira el pastillero que le acabo de rellenar. Repasándolo con los dedos, moviendo los labios como hace al leer (porque se está leyendo el pensamiento y colocándolo antes de hablar)

-No creas que esto que anuncian tanto ahora es cosa nueva…-No le pregunto a qué se refiere para no diluir su concentración- Digo…esto de los que no se conforman con que no los quieran y las matan… Un caso muy sonao, al terminar la guerra, fue de uno de esos que hacían patrullas por el pueblo y que les dijo a los otros,  que siguieran la ronda, que él se iba a quitar una china que llevaba en el zapato…Y lo que hizo fue descalzarse, ¡claro! Pero para agarrar el gatillo con el deo del pie y dispararse a la cabeza

-Y ¿había matado a su novia, antes?img_20170219_180049248.jpg

-Pues ¡no, porque no pudo! Iba con la intención de llevársela por delante…Y estuvo allí llamándola a voces por la ventana para que saliera…pero ella…ya se había ido del pueblo. Y ¡con toda la familia!…Porque parece ser que él la rondaba y que ella no quería. Y que un par de noches atrás, habían tenido una muy gorda, con  él gritando amenazas, que se le oyó de lejos… 

 

De mayor quiero ser

Hay una pintada en una caseta por la que pasamos a menudo que dice «de mayor quiero ser niño otra vez». Y me quedo con ganas de escribir debajo «si esperas lo suficiente, lo serás» : te volverás a manchar con la sopa porque te será difícil coordinar los movimientos, te sentirás fuera de las conversaciones y te aburrirás en ellas pidiendo que te saquen de allí y te acompañen a casa, probablemente habrás acumulado mucha sabiduría, pero poca gente estará interesado en escucharte y además se dirigirán a ti hablándote como si fueras, no un niño o un anciano sordo, si no un tonto.

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Y por si todo esto fuera poco, lo que logras en un día, de esforzarte con la memoria, de tratar de entender lo que te dicen, de mover el cuerpo como si llevaras un lastre, al día siguiente no lo habrás acumulado, no serás mejor ni más fuerte, al día siguiente hay que empezar de nuevo, todo.

-Pablo, ¿cómo te encuentras?

-Voy alternando…¿En qué tiempo estamos ahora?

-En invierno, en febrero

-Entonces es tiempo de podar los olivos…-suspira-¡qué largo se me está haciendo el invierno!

sandalias con calcetines

Hoy ha estado en el parque esperando y «no se ha visto a nadie, ni siquiera a los que van a cuidar de sus nietos». Ha esperado sólo diez minutos, probablemente luego haya llegado alguien. Pero entre el tiempo de los relojes (ya os lo he dicho)  y el suyo, hay un abismo.

Se aburre como un niño castigado contra la pared.

Me han entrado ganas de llevarle de la mano a las casas y preguntar: «¿qué no sale Vicenta?» como cuando acompañas a un niño pequeño a buscar amigos para que salgan a jugar con él.

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amor filial

El afecto hay que cultivarlo, como las patatas y las zanahorias. Pero él ya no sabe bien cuándo es el tiempo de dejar descansar la tierra. Continúa queriendo ir al huerto cada mañana, de una manera mecánica, obsesiva. Pero una vez allí, no sabe qué hacer y pregunta muchas veces -¿cuánto tiempo falta para los santos?- y a continuación habla de la proximidad del buen tiempo para hacer gazpacho de buenos tomates.

Con sus hijos le pasa lo mismo. Cuando está con ellos les reprocha lo solo que le dejan, «siempre leyendo y con los móviles», porque «se aburren con él». Pero entre «extraños», los alaba y se muestra orgulloso de sus estudios y sus trabajos.

Así tendrá que ser: producimos muchas insatisfacciones y una gran diversidad de cultivos en el tiempo

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