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Las libélulas no pican

-Te advierto que me voy a quitar esto y a quedarme en camisa, que ya está picando el sol que es un gusto…¡Mira! a esas las llamábamos «apagacandiles»

– ¿A qué?

-¡Apagacandiles! Porque se acercaban de noche a la llama que hacían los candiles y con el movimiento de las alas los apagaban, ¡Cosas de campo! Por aquí las llaman libélulas…Pero en el campo ponemos nombres a las cosas según lo que hacen, como los motes de la gente… ¿A que no la ves? ¡Si la tienes delante!IMG_20170329_212022507.jpg

-Parece muy pequeña y frágil como para apagar una luz ¿cómo era la llama? ¿Qué le echabais al candil de combustible?

-Pues era una llama poca cosa….Con un poco aceite que se echaba en un cacharro así pequeño – pone las manos como recogiendo agua- que terminaba así en una punta y con un «cachejo trapo» se hacía la mecha y se encendíaaa, ¡ná, una llamita!…Y con eso nos alumbrábamos para ver cuando nos juntábamos por la noche…Luego ya vino la luz eléctrica y ahí se acercaban los mosquitos, ¡esos son peores! Éstas comen mosquitos ¿eeeh?..¡Uy! ¡hasta abejorros grandes!…Pero no pican a la gente…

 

La espuma de los días

-(…)pues esas cosas me las contaba mi bisabuelo, que últimamente lo tenían por meses en casa de su hijo y de su hija… Él prefería su hijo porque su nuera le cuidaba mejor

-Su nuera era tu abuela Faustina…

-Sí, esa que era muy chistosa y siempre andaba gastando bromas…Pues verás lo que pasó una vez: Que tenían el matrimonio un cacho viña y sacaban para hacer una tinaja de vino to los años…Y en mes que ya se estaba acabando y se tenía que ir pronto a casa de su hija, se conoce que se quejó con sus amigos de que se iba a ir de en ca su nuera sin catar el vino, porque todavía no había hecho el fermento…Y alguno le dijo que echara bicarbonato y que eso hacía que el alcohol se diera más prisa…Y ni corto ni perezoso allá que fue de noche a la tinaja, y si a lo mejor había que echar una cuchará, él echaría un bote…-Se ríe- Y cuando llegó mi abuela a la cocina, se la encontró encharcá de vino y a mi bisabuelo nadando en la espuma

-Y para ninguno hubo vino!

-Cómo iba a haber si se salió todo de la tinaja!

El vendaval

Llevamos casi un año sin lluvias. Con tiempo amable, de ese que te seca la ropa enseguida y puedes descolgarla por la noche y quedarte mirando las estrellas y andar en chanclas de un lado para otro y hasta bañarte en el mar aunque no sea verano. .. Pero ahora de pronto, las espesas nieblas y los vendavales, los litros por metro cuadrado, las olas del mar embravecidas invadiendo la playa y el cielo gris cantábrico y espeso sin un huequito azul en ningún lado. ¿Qué es esto?

Salgo a dar un paseo en un rato que amaina la lluvia y me encuentro a los trabajadores del Ayuntamiento vestidos como astronautas y me dicen que «no salgamos de casa, que están vigilando al río para, si se desborda, evacuarnos»…Eso sí, me lo dice con una sonrisa.

Y yo sigo el paseo, haciendo fotos, como si estuviera de turista en una isla en los confines del mundo.img_20161220_193530_processed.jpg

Habas contadas

Fui a ver a Pablo y le preparé unas habas con su refrito de ajos y sin piel, como le gustan. Empezó a comer y el sabor le llevó a su añoranza del «paraíso»

-Como ha llovido tanto, habrán crecido malas hierbas entre las habas y los guisantes…Esas sí que van a estar buenas…

-¿Mejores que éstas?

-¡Pues ná, dónde va a parar!

Pero se come todas las que tiene en el plato, mojando pan en el aceite. Como la tele está puesta, le pregunto si aquí en la de Madrid dicen mejor las noticias 

-Me pone dibujos…

-Mejor aquí entonces, que allí no hacen más que dar malas noticias 

Rebaña el plato, da un sorbo de vino con gaseosa, empieza a pelar el plátano con mucha dificultad, pero sin dejarme que le ayude. Suspira…

-Y a J…, ¿le falta mucho para ponerse bien del tó? Porque allí el suelo es más blandito sin cuestas y el agua de mar es muy buena para los huesos, y …con lo que ha llovido ahora, ¡ya veréis qué habas más ricas! 

frutos y bombas de tiempo

-Es que antes no había la fruta que hay ahora

-¿Qué frutas había?

-Pues la de su tiempo

Y es lo que tiene la globalización y el cambio climático, que Pablo no sabe en qué época vive ni si es invierno o verano.

– Porque ahora no puede ser que sea tiempo de tomates, si ayer mismo arranqué las últimas matas secas… y mira qué tomates de todas clases hay en todos los puestos… ¿Cómo criarán estos tomates? Y ¿desde dónde los traerán? …Antes cuando no era el tiempo, abrían en la tienda una lata… de cinco kilos sería o más y se vendía a granel, como las aceitunas… iban con una tarterita y se llevaban lo que les hacía falta para el guiso… las bombas que tiraban eran de ese mismo tamaño de las latas…

-¿Qué bombas?

-Las bombas que tiraban los aviones desde el aire y que una de ellas mató a una niña de mi edad y a su hermano pequeño que lo llevaba en brazos… y otra cayó en una era y no explotó y por eso sabía yo el tamaño, porque íbamos a jugar con ella luego

-¿Con la bomba? Y ¿eso no era peligroso?

-¡Ave…! Y nosotros ¿qué sabíamos?img_20161104_164714863.jpg

por aquí los echan al arroz

-Los dejan primero pasar hambre, unos días, para que se limpien de lo verde y luego los guisan con el arroz. ¡Vosotros no coméis esas cosas!

Le gusta, le anima, la idea de la recolecta y la caza furtiva. Recoger lo que nos da la tierra o el agua. Espárragos, berros, collejas, cardillos, manzanilla, algún pájaro, cangrejos de río (cuando había), truchas…

-¡Caracoles! Eso era lo más rico.

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en equilibrio, sin manos

Envuelve los racimos de uvas maduras, con papel de periódicos, para que no se las coman los mirlos.

Su constante preocupación es recoger alimento, preservar los frutos… No «se echa a deber» que todo se tambalea, la vieja escalera, su viejo cuerpo…Sumido en su mundo, debajo de su parra, que además hace bonito y da sombra…

-Deja alguna sin tapar para los pájaros…

-¡Qué coño! ¡como que vienen a ayudarme a cavar!

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amor filial

El afecto hay que cultivarlo, como las patatas y las zanahorias. Pero él ya no sabe bien cuándo es el tiempo de dejar descansar la tierra. Continúa queriendo ir al huerto cada mañana, de una manera mecánica, obsesiva. Pero una vez allí, no sabe qué hacer y pregunta muchas veces -¿cuánto tiempo falta para los santos?- y a continuación habla de la proximidad del buen tiempo para hacer gazpacho de buenos tomates.

Con sus hijos le pasa lo mismo. Cuando está con ellos les reprocha lo solo que le dejan, «siempre leyendo y con los móviles», porque «se aburren con él». Pero entre «extraños», los alaba y se muestra orgulloso de sus estudios y sus trabajos.

Así tendrá que ser: producimos muchas insatisfacciones y una gran diversidad de cultivos en el tiempo

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