Veo a un hombre que carga y coloca troncos cortados de naranjo sobre un camioncillo rojo y saco el móvil para hacer unas fotos robadas; pero nos ve, se detiene en la tarea y nos saluda. Le pregunto si puedo hacerle una foto y rápidamente salta al suelo y posa sonriente. Luego me cuenta que ha tenido que talar muchos árboles porque están malos y teme que se contagien los otros. Me dice que conoce a Pablo desde hace mucho y que siempre le ha parecido un buen hombre y dirigiéndose a él le habla de las dificultades del campo
– ¿Verdad Pablo? Si no es la mosca, es la goma y si no el piojo y si no los intermediarios…Pero siempre se quedan otros con la ganancia y nosotros con el afán
Pablo mira abstraído hacia la carga y no parece estar allí. Me despido del leñador y seguimos andando de regreso, muy despacio. Después de un rato se para a descansar en un poyete del camino y
– Esa leña que lleva enseguida arde…Es mejor la de encina y olivo que se da por mi terreno… pero aquello ya pasó…hace mucho que no voy por allí… se me van las cosas de la cabeza…¡Cuidao las cargas de leña que habré llevao yo!