-Tendría yo unos catorce o quince años y mi hermano A…… siete. Nos ajustamos mi padre y yo pa la siega de las tierras de uno que llamaban el Chato… ¡Tenía una fama de pegar palos!… Yo no sé ya por cuanto dinero…seríe poco, pero en el trato entraba un pan de harina trigo al día, y eso andaba muy escaso. Conqueeee, viene mi hermano un día, que era él el encargao de ir a buscar el pan tó los días, y se presenta con un pan de harina cebá…más negroooo
y mi padre le mandó a devolverlo y decir que ese no era el pan del trato… El caso es que no pasó mucho tiempo y ya le vimos llegar, al Chato, a buen paso y a voces, con la vara prepará y diciendo que si sus hijos comían de ese pan también y no protestaban…Y claro que no protestarían, porque también ellos le tenían miedo. Así que yo agarré el clavo donde atábamos al borrico
Y él al verme, se paró y dijo, «los hijos no tienen porqué meterse en los negocios de los padres» y le digo, si yo no me quiero meter, es sólo advertirle que si toca usté a mi padre, yo iré a la cárcel pero usté se queda en el cuadrado(*)…Menuda cara puso mi padre, de miedo, pero la cosa es que ya se avino a razones y dijo que no nos preocupáramos que iba a dejar dicho en la panadería que nos dieran diariamente el pan del trato y que luego ya lo pagaría él al final de la temporada – se me queda mirando fijamente- Es que hay gentuza que se vale del miedo que dan, pero si no lo dan, se achantan…y una cosa es trabajar, que hay que hacerlo bien siempre, y otra dejar que te avasallen
(*)cementerio