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Equilibrios biológicos y las siete (o más!) plagas

Tomates del supermercado; a Pablo no le gustan porque como «les echan cosas, no saben a tomate»

Pero esta temporada, los tomates del huerto están recibiendo el castigo de «las siete plagas». Después de preguntar en el Vivero, en la cooperativa agraria, que tienen fitosanitarios y fertilizantes biológicos, y de seguir al pie de la letra los tutoriales de los más afamados rural-youtubers del momento…Este es el aspecto que tienen:

-Pero ¿qué pasa, que no haces más que ir y venir de un lao pa otro…?

-Pues que este año el huerto tiene demasiados habitantes y todos con hambre, Pablo…y estoy quitando lo malo y llevando la poda lejos, para que no vuelva a contaminar lo que queda sano…

-Que se te da mal la cosa…Con tanto caloooor…Eso es como uno que le decía su padre, ¡hijo, yo veo mal la cosecha este año!…y el hijo, que nooo, que yo la veo bien…¿La ves bieeen?, dice el padre ¿Cuándo la miras?…porque si acudes por la mañana con el rocío, se te hace que no está falta de ná…¡Ves a verla por la tarde cuando le está pegando la solanera!…Y a la noviaaa, ¡al revés!, hay que ir a rondarla de buena mañana pa verla de verdá, que luego atardecío, ya le ha dao lugar de aviarse…A ver, hay que saber cómo mirar y cuándo…

-Pero esto va mal lo mires como lo mires… Pablo, ¿Tú qué hacías cuando plantabas?

-Ná

-¿No les echabas nada?

Se levanta, se va renqueante y muy despacio, hacia la caseta de herramientas y vuelve con:

-Toma, espulverízalos con ésto

-¡Entonces!

¡Dónde va a parar!

Hoy  Pablo ha amanecido muy enfadado. Probablemente ya llevaba mucho tiempo levantado, con esa prisa y resolución desesperada que le entra cuando siente que el mundo no se quiere adaptar a su ritmo obsesivo. Cuando ya he preparado todo para ir al huerto…(a la hora habitual)

-¡Sí hombre, ahora voy a ir yo, a la hora de comer!

-Pero si faltan cuatro horas para la hora de comer, ni siquiera es la hora del bocadillo.

-Bueno, ¡tú dirás lo que quieras decirme! Pero yo estoy aquí a gusto y no me muevo…

-¿Ni siquiera sales a sentarte al sol en la puerta?

No me ha contestado, se ha hecho el «sordo» y le he dejado.

Más tarde ha llamado Michelle para invitarnos al aperitivo, con el»pretexto» de agradecer una reparación con cuerdas anudadas que le hizo Pablo en una cesta. Al ser informado del evento le ha cambiado la cara,  se ha puesto su chaqueta buena y, delante de unas buenas cervezas,  ha estado contando animadamente  las bondades de su navaja ( que siempre hay que llevar una en el bolsillo) y lo ricos que están los tomates que él cría en su huertoimg_20170316_160306230.jpg

-…y la diferencia de sabor con los que venden por ahí ¡dónde va a parar!

frutos y bombas de tiempo

-Es que antes no había la fruta que hay ahora

-¿Qué frutas había?

-Pues la de su tiempo

Y es lo que tiene la globalización y el cambio climático, que Pablo no sabe en qué época vive ni si es invierno o verano.

– Porque ahora no puede ser que sea tiempo de tomates, si ayer mismo arranqué las últimas matas secas… y mira qué tomates de todas clases hay en todos los puestos… ¿Cómo criarán estos tomates? Y ¿desde dónde los traerán? …Antes cuando no era el tiempo, abrían en la tienda una lata… de cinco kilos sería o más y se vendía a granel, como las aceitunas… iban con una tarterita y se llevaban lo que les hacía falta para el guiso… las bombas que tiraban eran de ese mismo tamaño de las latas…

-¿Qué bombas?

-Las bombas que tiraban los aviones desde el aire y que una de ellas mató a una niña de mi edad y a su hermano pequeño que lo llevaba en brazos… y otra cayó en una era y no explotó y por eso sabía yo el tamaño, porque íbamos a jugar con ella luego

-¿Con la bomba? Y ¿eso no era peligroso?

-¡Ave…! Y nosotros ¿qué sabíamos?img_20161104_164714863.jpg