Dormirse en la batalla

En esta vida hay que estar despierto y si se duerme, ha de ser un dormir al acecho. 

Pablo presume de su dormir ligero, de que lo oye todo, la caza cayendo en las trampas,  un silbido diferente de brisa pasando entre las hojas…

Y los otros… Todos unos dormilones sin remedio.

-¡Uy! A Faustino le tenía que llamar mi padre, yo no sé las veces…Y mis primos nunca oían el chillido de los mochuelos al caer en las trampas…Y mi hijaa no se «dispierta» ni aunque haya un terremoto…Y mi padre, ¡Uy mi padre! Lo que le costaba levantarse por las mañanas -se ríe- Con decirte que una vez se quedó dormido en la trinchera y ni oyó a los otros cuando se fueron…Luego nos lo contó al cabo del tiempo, que cuando «dispertó» estaba solo y tuvo que ir preguntando a dónde se había mudado su regimiento…Y que cuando llegó a su encuentro, le daban por muerto y ya estaban escribiendo el parte de baja para enviárselo a la familia…-se ríe- ¡Cuidao quedarse dormido con el ruido de los disparos y todo! ¡Con el estruendo que tiene que ser eso!

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