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De visita

A veces saco el móvil y voy leyendo, nada serio, algún washap de los amigos, comentarios blogueros, una búsqueda de autor desconocido, en fin, ya sabéis qué fácil es «caer en las redes»…y le abandono a su suerte y sus recuerdos mientras caminamos, silenciosos los dos

– Vamos a dar la vuelta ya – me dice –

-¿Quieres que pasemos a hacer una visita a Vicenta? – pone un gesto de que no le moleste y niega con la cabeza – ¿Vamos a casa entonces? ¿Estás cansado?

Cuando llegamos a la altura del callejón, en vez de seguir derecho, gira y dirige sus pasos hacia la casa de Vicenta, contradiciendo su primera intención de acurrucarse en casa…

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– ¡Qué alegría que vengáis! Pasad, sentaos, ¿quereis un café? ¡Que zapatos tan bonics! Tienen que ser muy cómodos, ¿Lo son? Mi nieto también lleva de esos. Es el alcalde de V….. mi nieto ¿Tú le conoces? Es muy cariñoso, pero viene poco por aquí, tiene mucho trabajo, viene más mi hijo, el sábado estuvo y me trajo caldo de cocido y comimos fideos los dos ¿Tú comes eso? ¡Ay! Cuánto hace que nos conocemos, Pablo…aún vivía mi marido ¡Pobret! Qué pronto me dejó ¿Con quién estará ahora? ¡Ay, no quiero pensarlo! quan penso aquestes coses em dóna per netejar, mira com tinc el vidre de la taula

– ¡Reluciente!

– ¡Ai quin home, sempre em diu coses boniques … i aquestes sabates que portes, que bonics!…

Historias de violencia

Han pintado una esvástica en el suelo, por el camino que pasamos a menudo. Señala con el bastón

-Por aquí también hay nazis

Seguimos andando sin decir nada. Luego,  vuelve a tomar la palabra durante la lenta y laboriosa acción de cambio de zapatillasIMG_20170425_093519987.jpg

-En el pueblo quedó uno queee…Habría más, pero cuando perdieron la guerra los alemanes, se quitaron las camisas azules…Ese que digo guardaba mucho rencor y lo voceaba en el bar… También cantaba al estilo Antonio Molina y le invitaban a beber…Y luego en casa, a su mujer… ¡Uy! Tenían una purrela de hijos, ¡cada paliza una tripa! Ya cuando fueron creciendo se enfrentaron a él, porque salieron buenos…Y un día y que la emborrachó, la hizo beber, no sé si hasta con un embudo, dijeron… y el cabrón llamó a los hijos para enseñársela diciendo «Ahí la tenéis cómo se pone, por eso la pego». Y ya los hijos no aguantaron más y se llevaron a la madre a Madrid. Luego y que apareció él con un saco de garbanzos para hacerse perdonar

-Y ¿le perdonaron?

-No… Acabó pidiendo por la calle. Y ya por últimas se tiró por una ventana. Eso dicen. Pero los hijos salieron buenos y trabajadores.

Más de cincuenta parras

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Una de sus obsesiones son las parras. Las riega, las poda, las arregla alrededor de hierros viejos que se va encontrando, envuelve cada racimo con papeles para proteger el fruto de los pájaros.

Nos estorbaba una que tenía una ramilla y cuatro hojas, sujetada con un clavo a la pared de la caseta, donde hemos querido solar un trozo para hacer una balda. Pues para salvarla, ha estado un par de horas abriendo una zanja para hundir en ella la rama y guiarla hacia otro lado donde «no estorbe» dejando fuera el final con sus cuatro hojas.

Ahí le tenéis, apretando la tierra con sus zapatillas nuevas…Las uvas dice que ya»no le pasan»y se le hace una bola con el «pellejo», pero le gusta tener buena cosecha. Las va recogiendo y se las lleva en bolsas a sus amigas.