– Este árbol lleva ya muerto mucho tiempo. Sí estuviera ahí donde comemos, se le cortaban estás ramas por aquí y con unas buena plataforma encima, se preparaba una mesa que pa qué… Pero aquí no hace nada más que estorbar; habrá que cortarle al ras con una buena sierra y pa leña.
– También se puede cavar alrededor y sacar el tronco entero, para trasladarle allí y hacer esa mesa que dices.
– Peroooo ¿tú sabes las raíces? Las raíces pueden haberse ido hasta allí -señala el huerto vecino- Eso hay que cavar muchoooo… O con maquinaria, como arrancan los naranjos ¿tú lo has visto?Pero asiii…
– Así, cavando un poco cada día. Sí no tenemos prisa
Se va hacia la caseta mientras yo me pongo con la azadilla pequeña a vaciar la tierra alrededor del tronco. Al rato vuelve y se queda mirando
– Osea que te vas a empeñar en hacerlo, pero si así no vas a poder…y ¿qué no hay otra herramienta un poco más grande?
Se va de nuevo y vuelve preparado con su zacho (que así nombra él a la azada), la pala y los pantalones recogidos dentro de los calcetines, como un «Tin-tin» resuelto a emprender su aventura.