-Mira, esas hormigas son las mejores de cebo porque relucen de lejos moviendo las alas y caen los pájaros que da gusto…
Yo me agacho a observar las hormigas con detenimiento y a hacer fotos. Pablo escapa con su máquina del tiempo…
-Mi madre me daba un trozo pan y algunas veces una «perra chica», que antes no se llamaban céntimos, para que me comprara una sardina, cuando me iba a cavar y al «cuidao» de la viña… Eran una sardinas que llamaban de Cuba porque venían dispuestas en una cuba de madera haciendo una rueda, estaban buenas…pero yo no me la compraba. Cargaba la ballesta y con estas hormigas, al instante caía la merienda.
-Y ¿cuando no había hormigas de alas? Porque estas sólo salen en unas fases de apareamiento o algo así (véase: click aquí si quieres saber más sobre insectos)
Se le pone cara de felicidad
-Siempre encontraba algo de comer, unos berros, unas collejas…lo que fuera…Luego con las perras que iba ahorrando, me iba a la peluquería y pedía que me cortaran el pelo a raya
-¿Eso era lo más elegante?
-¡Claro! Ir «tó pelao» te costaba menos…si era a raya, te dejaban así un tupé.