Se le ha salido la hebilla al manipular con ella y lleva un rato forcejeando, pero a pesar del esfuerzo, no pierde la paciencia.
– Pablo, ¿què no véns a una volteta?
– Pues en este instante, no
– ¡Ai quin home!, si amb aquest aire que bufa, no hi ha forma d’anar arreglat…-la mujer dirige hacia mí su charla sobre los tipos de viento y sus horarios – ¿Sabes tú cómo llamamos aquí a este aire? …Llebeig, le decimos llebeig…pero luego se calma y el trobem a faltar a l’hora de dormir…
Pablo consigue ajustarse el cinto a su gusto y se sienta trabajosamente
– Yo ya me quedo aquí, ya no soplo más
– Aaaale pues… –
La mujer se va y Pablo se queda mirando a unos pájaros que se posan en los cables de la luz
– Lo llamemos como lo llamemos siempre acude – dice enigmático
Después mueve el bastón en el suelo y encuentra algo debajo del banco y lo arrastra hacía afuera, me lo señala
Vuelve a golpear con las dos manos y lo lanza con tan buena puntería hacia los arbustos que desaparece de nuestra vista.
– ¡Al hoyo!