– Pablo, estas olivas tan cargadas de aceituna que van este año, ¿las recogemos y hacemos aceite?(*)
-Cómo se «esperdicia» tó ahora…Hubo un tiempo en que la gente se iba a los olivares por la noche a coger lo que podían de aceituna y luego, en su misma casa, yo no sé cómo, con un saco y con agua caliente y estrujando, sacaban aceite y lo vendían o lo cambiaban y tó a escondías…Lo llamaban aceite de talega -Se ríe- Había una mujer, viuda de guerra, que esa ¡Uy!, hacía lo que fuera, sacaba de dónde no había, pa dar de comer a sus hijos… Un día se la toparon en la tienda unos, así ¡muy fanfarriosos! y le dijeron con sorna: «hoy sí que no has podío recoger ná, porque hemos estao toa la noche de vigilancia y habrás tenío miedo de la vara». Y va ella y les contesta: «¿Que nooo? Y os habría podío mear encima de haberme dao gana, porque estaba arriba en la oliva y os escuchaba hablar; si queréis aquí mismo os doy señas de lo que andabais diciendo»
– hace el gesto de cerrarse la boca con un candado- Y, oye, se quedaron mudos, algo no querrían que se supiera…Menuda era ella de echá p’alante, ¿No ves que había mucha necesidáaaa?…y eso es lo que te hace valiente…
(*)hemos recogido ocho cajas de aceituna y las hemos llevado a la almazara de Gata 😉