– Buenos días Pablo, siéntate ahí bien tranquilo, que yo soy Rogelio y no te voy a hacer daño.
– ¡Rogeliooo! Así se llamaba uno de mi pueblo ¿Quieres saber lo que le pasó?
-¡Claro! Estoy impaciente, cuenta, cuenta
-Pues que en lugar de sacar sangre, se la sacaron a él…Te la voy a contar en verso, como lo contaba mi abuelo Petronilo: «Les voy a contar señores lo que al «Picho» le pasó, se fue a Madrid a hacer fortuna cosa que nunca encontró, le cazó una perdigona, más grande que perdigón, le hizo vender las ovejas y el dinero se guardó
Le untó el culo con un ajo y se lo quitó d’enmedio. Pidió perdón a sus padres, cuando no tuvo remedio, con más orejas que un lobo Rogelio volvió pa’l pueblo»
– ¡Caramba, qué memoria!
– ¡Uy no! ¡Se me olvidan muchas cooosas!