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la alemana del bar Trankilo

– No estoy muy católico, déjame aquí en mi rincón observatorio, déjame tranquilo

– Vale, pero acompáñame a la farmacia por lo menos

– Bueno, te acompaño – hace como esfuerzo al levantarse animándose con la voz para impulsar el cuerpo – ¡Aaaaarriba! – da vueltas con la mirada buscando algo – ¿Dónde coño está la gorra?

– En la cabeza

Se lleva las manos y se la coloca.

Ya saliendo de la farmacia, le propongo volver dando una vuelta por el parque

– Venga, así no volvemos por el mismo sitio…y mira, allí en aquel banco a la sombra, me parece que veo a tus amigas

– Uy, mis amigas, si no salen nunca… serán los chavales…- pero se le anima el paso y va mirando a ver si distingue de quién son las cabezas que se ven a lo lejos.

– Hola Pablo ¿Qué alegría verte? Que he oído que te has caído… Siéntate con nosotras

– Miga, egstaba contando que ayeg, sentada en el baño vi unas pequeños animales que se movían pog el suelo y gápidamente – hace el gesto de coger un pulverizador y usarlo hacia unas hormigas – las eliminé a todas, pogque no quiego que viva nadie en mi casa, me gusta mucho estag sola…y también me gusta estag aquí y hablag con mis amigos, clago, clago…Y entonces ¿te has caído? Pego no te has hecho mucho, no te pregcupes, que todos nos caemos, lo que hay que haceg es levangtagse y seguig vivos…

Seguimos todos atentos al monólogo de la alemana y en un hueco entre palabras logra Vicenta hablar y se dirige a Pablo

– Pablo, ¿què hem de fer per no arribar a vells?

– Morir

– ¡Jajajaja, ai quin home!

De regreso a casa me explica que esa que hablaba tanto era la alemana del «Bar Trankilo», que ahora lo lleva su hija, el bar y que, aunque hablan alemán, se las entiende perfectamente…si estás atento, porque son muy simpáticas

Lecciones de Historia mientras se ata un pañuelo

Pues ese que llamaban el Hormiga, luego se supo que logró escapar por los «Perineos» que son unos montes que’stán así entremedias de unos y otros

Y también dicen, porque de alguno llegó carta, que ayudó a pasar a más gente, porque como él se había echao al monte de chico,  se sabía toas las «trequiñuelas» pa esconderse y que no te pillen los guardias, ¡a ver!

Y estando allí y que estalló la otra guerra, la gorda, que aquí no llegó porque Franco dijo que ya habíamos tenío bastante con la nuestra, pero le entregó a los alemanes un porcionao de soldados, y que voluntarios dicen, ¡mía tú!, pué que alguno, ignorante, fuera voluntario…El caso es que pa’llá fueron los de «la división azul» a luchar contra los rusos

Y ya ves tú, con la mala ropa que «iríen» y mal calzao y de tó, pues murieron más de frío que otra cosa…Uno del pueblo que fue y volvió vivo pero loco sin remedio, le preguntaban pa reírse de’l «¿qué tal por Rusia?» Y él contestaba, «¡Uuuh, rusos por aquí, rusos por allí!» y se conoce que los volvía a ver en su cabeza, porque se escondía…el pobre

Y el hormiga en cambio, dicen que se metió en la resistencia francesa, que era una especie de ejército que combatían contra los alemanes pero furtivamente…Y eso se le daba bien a él

¡Hala! Ya estamos aviaos ¿A dónde hay que ir?

Las dificultades de vivir en «un alto»

Ha venido a visitarnos una amiga y nos ha contado una anécdota de cuando vivía en la parte de arriba de un pueblo de la sierra. Parece ser que el cartero tardaba más de lo debido en entregar la correspondencia y cuando le preguntó el motivo, aquel muchacho joven y robusto de metro noventa de estatura,  contestó que se cansaba mucho de subir esa cuesta tan grande y que haría bien en bajar ella su buzón, con cuidado de escribir bien las señas, y colocarlo a la entrada de la urbanización, porque «total, usted tiene que pasar por ahí para subir hasta su casa»

Pablo, que parece que no pero está atento a lo que se dice, recoge la idea de vivir en alto y se pone a recitar:

-San Bartolo en un alto/pobres y ricos/beben todos del agua/ de los borricos

-Y eso ¿qué quiere decir?

-Pues que ese pueblo estaba en un alto y no tenían agua ninguna. El pueblo estaba antes en el valle donde había una fuente con buen agua, pero tuvieron que mudarse al alto porque hubo hace muchos años una plaga de hormigas que devoraban todo lo que pillaban por delante, casas y  niños si se descuidaban…IMG_20170312_214116

-Y ¿las hormigas no subieron el monte?

-Sí yo eso no lo viiii…Si eso pasó hace muuuucho…

 

Hormigas de alas y tupé

-Mira, esas hormigas son las mejores de cebo porque relucen de lejos moviendo las alas y caen los pájaros que da gusto…

Yo me agacho a observar las hormigas con detenimiento y a hacer fotos. Pablo escapa con su máquina del tiempo…

-Mi madre me daba un trozo pan y algunas veces una «perra chica», que antes no se llamaban céntimos, para que me comprara una sardina, cuando me iba a cavar y al «cuidao» de la viña… Eran una sardinas que llamaban de Cuba porque venían dispuestas en una cuba de madera haciendo una rueda, estaban buenas…pero yo no me la compraba. Cargaba la ballesta y con estas hormigas, al instante caía la merienda.

-Y ¿cuando no había hormigas de alas? Porque estas sólo salen en unas fases de apareamiento o algo así (véase: click aquí si quieres saber más sobre insectos)

Se le pone cara de felicidad

-Siempre encontraba algo de comer, unos berros, unas collejas…lo que fuera…Luego con las perras que iba ahorrando, me iba a la peluquería y pedía que me cortaran el pelo a raya

-¿Eso era lo más elegante?

-¡Claro! Ir «tó pelao» te costaba menos…si era a raya, te dejaban así un tupé.

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