-Pues llevo mucho tiempo ahí sentado en mi cuarto desde que me dispertao..Sin hacer ruido.
-¿Pensando?
-Pues sí, me ha dado tiempo a pensar muchas cosas… – me mira muy serio- ¡En la muerte!..Que mejor que me quemen, y que no hagan entierro ni ná, que ya sé que vosotros no vais a querer las cenizas, porque ¿pa qué esas tonterías?
-¿No quieres que las echemos en el huerto para que crezcan las habas y las flores?
-Ni flores…Yo digo lo que decía mi abuelo Petronilo, «¡las flores las quiero vivo!» Y fíjate, le hicieron entierro -se refiere a funeral, creo- en la Iglesia, ¡él, que no la había pisao en vida! Con las flores y el cuuura, que era un vasco muy recio, dando unas zancás alrededor del muerto… que estaba dentro de una caja, ¡claro!…-Se ríe- Y el monaguillo que se las veía y se las deseaba para seguirle, agarrao a esos achiperres que se ponen…
-¡Qué risión! Yo no me podía contener de reírme y me tuve que agachar, así como si llorara, poniéndome las manos en la cara para taparme…Y mi hermano Ángel diciendo,» yo no me vuelvo a sentar a tu lado, ¡cuidao qué hombre este!» Y el cura con esa cantinela, «cuando se junte el cielo con la tierraaaa…» ¡Qué risa!