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El pollo que acertó a volar

– ¡Ay, qué coño! Cómo me voy pa’lante…me va a pasar como al pollo…

-¿Qué le pasó al pollo?

-Era un pollo que tenía mi madre en el corral y yo no sé cómo, es un enigma,  porque los pollos no vuelan, alcanzó a subirse a una tinaja que había en la bodega llena de garbanzos… Cuando le sacaron de allí y lo dejaron otra vez en el corral, no podía ni andar, se vencía pa’lante así como yo, pero de lo que le pesaba el buche

Así que no se le ocurrió otra cosa a mi madre, que abrirle una rajita por el cuello y por allí le fue sacando garbanzos

 y luego le cosió y le echó al corral otra vez. Pero como los otros pollos no hacían más que ir a picarle en la herida, pues mi madre, que se ve que quería salvarle a toa costa, le apartó del peligro, ¡Miá tú!, encerrándolo en la bodega…Y allí, por fin, se encontró con la muerte…

-¿Cómo?

– Pues volvió a volar hasta otra tinaja que tenía vinagre y allí sé escabechó el tío jodío

Si es que no se puede, cuando te tocaaaa, no sirve apartarse…

Fiarse del hambre

Dice que le pesan las piernas y que no se fía de ellas. Camina concentrado en no inclinarse demasiado. Le agarro del brazo para servirle de apoyo e inmediatamente, dobla el suyo contra su cintura para sujetarme él a mí. Mantengo la posición del brazo pero suelto los dedos. Me dejo llevar

– Hay que acompasar bien el paso, como en la mili -se ríe – ¿Sabes que yo estuve en Barcelona haciendo el servicio militar?…Sí, hombre, sí. Estábamos en Villaverde haciendo  la instrucción y me enteré que  había un destacamento pa Barcelona y yo fui el  único que me ofrecí  voluntario… y los otros: «Pero ¡tú estás loco! ¡con lo cerca que estamos aquí del pueblo!»… Pues a mí me fue muy bien y hasta estuve a punto  de quedarme allí a vivir, porque me ofrecieron trabajo y tó, uno que su padre tenía ganadería…¡Ay!, pero en aquel tiempo tiraba mucho el pueblo y que los padres no te daban la independencia así como así…y otra cosa eraaaa, la novia de formalidá que tenía… Luego me enteré que a ella le hubiera gustao irse del pueblo, conmigo, pero como en aquel entonces esas cosas era un enigma decirlas…¡Qué sé yo lo que hubiera sío! …Anda, vamos a sentarnos un rato ahí…

-Yo creo que ya va siendo hora de ir a comer ¿Qué hora es?

– Si te advierto que de los relojes tampoco te puedes fiar mucho

– Entonces, ¿De qué nos fiamos?

– Del hambre

Sobre ruedas

Como ese era el carro que teníamos en Villarejo, con las ruedas así de goma como las de los coches…Ya no eran ruedas de hierro

-Eso era un adelanto, lo de las ruedas de goma, digo

– Eso digo yo

– Y ¿para qué usabas el carro?

– ¿Para qué lo iba a usar? Pues para ir a buscar el género al pueblo de al lao, que era más grande, que Villarejo era una aldeílla de poca monta y no llegaba ni reparto ni naaaa… Luego cuando traspasé la tienda pa venirnos a Madrí, se la quedó un guardia civil retirao, y que pa que la llevara su sobrina…Y ese sí que fue a hablar con los que hacían el reparto y les diría queeee… ¡Bueno, no sé si por las buenas o por las malas! El caso es que a raíz de entonces ya llegó el camión hasta allí… Esa gente tenía mucha mano, aunque estuviera retirao… Yo no digo que hiciera más malo, ¡eh! Lo haría por lo legal…lo que tiene es que a él le hicieron caso y a mi no…

– La vida es regalada para algunos

– No, regalao no es ná… hay que ganársela a cá instante, que pa tó hay que valer. No tié ná que ver el «vivir bien» con «la vida«