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Señales de otoño

En este lado del mundo, en otoño, los árboles se mantienen verdes

Y asoman flores exóticas entre los huecos de las tapias blancas

Las gente que por aquí viven, mantienen en otoño las sandalias

O si se ponen algo de abrigo

Siempre se descalzan en la playa

Me siento enfrente de Pablo y le cuento las cosas que he visto. Presiento por su mirada que ha empezado a interesarle lo que digo

-Pablo, aquí no se nota el otoño, todos los árboles siguen verdes, no se ven volar las hojas, ni hace frío

– ¡Qué sabrán las palmeras! – me dice

Para saber en el tiempo que estamos, hay que mirar las parras…si empiezan a arrugarse y aaa…marronar las hojas…- se para, busca las palabras, carraspea- es que vienen «Los Santos» que es el tiempo de sembrar…las habas y los guisantes yyyy… cosas de invierno…

Luego se calla, deja de mirarme y se vuelve a su mundo, a seguir gesticulando con las manos, haciendo nudos en la manta, tejiendo lo invisible

Entre rejas

Lleva unos días muy débil, pero insiste en levantarse y salir (*escapar). Llegamos a un término medio y se queda en la entrada sentado en una silla

-Así me entretengo viendo a la gente pasar

Algunos se paran a preguntarle cómo está. Viene Pepita

-Pablo, parece que nos estamos cortejando. ¿Tú no hablabas con tu novia por la reja? A mí sí, mi novio me quería mucho y hablábamos así, por la ventana y nos tocábamos y nos besábamos, pero nada más, claro…Eso estaba muy mal visto ¡Uyyyy! Yo llegué virgen al matrimonio ¡Qué desgracia hubiera sido si no! Pero fíjate que antes, en el tiempo de mi madre, la que más y la que menos se casaba embarazá y hasta con el hijo de la mano… Allí por mi pueblo sí, pero luego yaaa, en nuestro tiempo ¡Eh, Pablo!Ya era un pecao…Eso fue por Franco, en la República había más libertá, pero fue llegar ese hombre yyyy…Yo es que estoy viendo la novela «Tiempos revueltos» y ahí lo cuentan tó de la historia de España, de lo que pasó entonces…Ahora ya vamos por el año setenta y cinco ¡Se va a morir ya! A mí lo que me da miedo ahoraaaa, es eso que dicen que lo van a desenterrar… Y yo lo que digo es (*bajando mucho la voz) que lo dejen en el hoyo, sea donde esté, porque nunca se sabe…-se ríe- Bueno, me voy a seguir viendo la novela, que he venío a verte porque han puesto anuncios…Luego vengo otra vez ¿Vas a seguir aquí?

-¡A ver! ¿Dónde quiere que me vaya? Si me tienen aquí prisionero…

Una semana antes…

Hace una semana anduve moviendo cosas de sitio en la planta de arriba de la casa. Pinté un armario de blanco y le dibujé en la puerta una flor y una abejita

Pongo la foto por si alguien, o Evavill no se lo cree.

Aunque bajaba a menudo a ver si Pablo dormitaba o le habían entrado ganas de dar un paseo, en algún momento debió de sentir curiosidad por lo que estaba haciendo y, ni corto ni perezoso, subió la escalera él solito y ¡sin ayuda!…De repente lo vi enfrente de mí (estaba lijando y no le había oído) y me asusté un poco

-Pero Pablo ¿Cómo has subido tú sólo?

-Para ver cuándo acabas y si vamos al parque

-Siéntate en esta silla mientras termino y ahora vamos

-¿Y esa lámpara?

-Se la he comprado a Eladio -Se queda mirando moviendo la cabeza- ¿Te gusta? Es de estrellas

Se levanta de repente, se agarra a la barandilla y mira hacia el hueco de la escalera

-Las estrellas son las que voy a ver yo como me dé un estacazo por este balcón…- se lleva una mano a la cabeza- ¿Pero cómo he llegao hasta aquí? Eso sí que no me lo explico…

Aquí he dibujado a Pablo bajando la escalera, con J….. haciendo de barrera por si perdía el equilibrio. Poco después nos fuimos al parque y preguntó a las señoras que si se acordaban de un cantar de Antonio Molina que decía que «para ver las estrellas Sofía Loren es la mejor». Luego se quedó callado mucho rato, pero sonreía, como recordando cosas buenas.

Y nada, quería contar esta pequeña anécdota para que sintáis que también hay ratos buenos.

La Metamorfosis

-Pues mira, que mi habitación está así en hundío y hay un cachito escalón pa subir y se conoce que no eché bien la pierna pa’riba y allí que me quedé, sin poder levantarme, en el suelo como una cucaracha…

-¡Uyyy, mare meva com se’t ha quedat la careta!

-No vas a poder anar al ball, Pepa, amb aquests ulls morats…

-Si yo no soy de mucho baile, no ves que me quedé huérfana con 16 años…y entoces se llevaban unos lutos mu largos, cuatro años, ¡ná menos! Y a trabajar, de toas las cosas que había en el campo, pa sacar adelante a mis cuatro hermanos…Y cuando quise acordar ya tenía novio y me lo eché de los que no les gusta bailar…ni tiempo había…

-Pregunta-li a la Pepa com s’ha fet el mal … Té vergonya, té vergonya…

-Así que me fui arrastrando como pude, hasta que llegué a un mueble que tengo con cajones y así agarrándome a ello, poco a poco me fui enderezando…¡Con lo que yo era! ¿Verdá Pablo? Que atendía el bar y la cocina y subía cien veces la escalera, sin cansarme… Tú te tiés que acordar porque vivías enfrente y me veías…¿Qué, no me haces caso?

-Que sí, que te estoy escuchando…Que hemos trabajao como burros y que ahora nos caemos y no nos podemos enderezar… como cucarachas… y que no te gusta ir al baile

Vicenta y Pepa intercambian miradas y cabeceos aprobatorios

-Mírale y parecele ahí que no se entera de ná…¡mía como escucha!

– Ai quin home…