Se pone a tejer con cuerda de rafia un asiento para la silla que se ha roto. Muy concentrado en cada nudo y pasando la cuerda de un lado a otro con mucha atención.
-Estás muy concentrado, para no equivocarte…
-Esto, hay que hacerlo pensando cada nudo, porque si no se te va la cabeza a otro lao y cuando te echas a deber estás tirando de la cuerda que deshace y en vez de ir pa lante vas pa tras.
-Y ¿quién te enseñó a hacer eso?
Se para de tejer pero no suelta la cuerda y me dice:
-Pues mira, después de terminar la siega, un año nos llevó mi padre al Tajo y allí vi a unos hombres que estaban haciendo cestos y me acerqué y me quedé mirando… y uno de ellos, se conoce que le caí en gracia, y me dio cuerda y me senté a su lao y le iba imitando según lo hacía y acabé haciendo uno, más chico que el que ellos hacían pero de allí me fui con el cesto y sabiendo.
-Qué buena cosa fue eso
No me oye, ni vuelve de su recuerdo. Sonríe y se concentra otra vez a apretar el nudo que había dejado a medias y sostenía en la mano.