Se enfrenta al plato de sopa concentradamente y sin prestar atención a nada de lo que le digo
Le pregunto cómo está tan callado y, sin dejar la cuchara, agarra el tazón para beber directamente de él
Cuando termina, coge la servilleta, se limpia, la dobla parsimoniosamente. Yo retiro los platos y coloco unos dulces a su lado, en silencio; reposa las manos con cuidado sobre la mesa, los mira, me mira y dice
-Había uno, cuando estábamos segando, que no hablaba…Ni cuando nos sentábamos a comer, que parece que siempre uno dice una cosa, otro cuenta otra y en fin que lo vas sobrellevando…y uno va y dice a otro, pregúntale por su padre que murió no hace mucho, a ver si así se anima a entrar en la conversación y habla algo… Así que va el otro y pregunta, «oye, Fulano ¿ de qué murió tu padre?» y el jodío paró un instante de masticar y dijo «¡de repente!» …y siguió a lo suyo, tan callao.
Lo repite un par de veces, haciendo énfasis en el «de repente» y mirando a ver la gracia que me hace… Levanta una mano sobre los dulces, duda un poco, coge una figurita de mazapán y se la lleva a la boca.