Como sabe a masa qué bien traspasa

Una de cada color…primero esta colorá…

…esta tan grande se me atraganta

Tengo que colocármela en el «gazñate» pa que traspase…Eso era uno que comía mucho y se ajustó a trabajar en una labranza y como antes los tenían que dar de comeeer…porque te daban de comer a diario y luego al acabar el trabajo pa’l que estabas ajustao, te daban ya de paga lo que fuera…el caso es que al ama le parecía que ese hombre comía demasiao y pa ver si así comía menos, al día siguiente dejó que se abrasara la hogaza pan y así se la dio, quemá…Pero, ¡oye!, no vio que al hombre le importara, porque se la zampó sin dejar mendrugo, «¡como sabe a tizones que bien traspone!», decía. Y el ama en viéndole pensó, «pues si te gusta lo quemao,  mañana te vas a joder que te lo dejo crudo – Y eso hizo, al otro día dejó la hogaza a medio cocer …pero el hombre ese,  parece que tenía buen gazñate porque, le costara más o le costara menos, se la metió entera diciendo: – ¡Como sabe a masa qué bien traspasa!

53 comentarios en “Como sabe a masa qué bien traspasa

    1. noteclavesilustracion Autor

      Es una buena propuesta, Claudia. Muchas veces al ver vuestros comentarios en este y otros blogs, me imagino hacer algo colaborativo entre todos los que se animen y una especie de diccionario de dichos populares con las diferentes versiones, matices e interpretaciones, podría ser un buen proyecto (ahí lo dejo)
      Gracias, como siempre eres un encanto. Ese abrazo!

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  1. palmeiralibre

    Yo tengo que comer más de una vez la comida torrada -que está malísima- y la culpa es, casi siempre, del ordenador. Lo peor es el fregado del fondo de la cacerola.
    Me alegra no ser la única que las pasa canutas a la hora de ingerir una pastilla. Por aquello de «Mal de muchos…». Prefiero aguantar el dolor a tragarme un paracetamol: por más que lo empuje con el dedo, se me queda atravesado y con tantos intentos se disuelve en el gaznate dejando una horrible sensación. (Pregúntale a Pablo si también le ocurre eso).
    Un fuerte abrazo.

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  2. carlos montalleri

    Para gustos los colores, pero cuando aprieta el hambre, no hay distinción posible. Nunca olvidaré que mi abuela comía el pan duro del día anterior aunque hubiésemos comprado una barra crujiente y calentita. Ella lo hacía porque se había acostumbrado en los tiempos de la guerra que le tocó vivir. Le daba como apuro tomar pan recién hecho. Como siempre, excelente post. Un fuerte abrazo y feliz domingo.

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  3. Máximo Disaster

    ¡A mí el pan dámelo crudo, quemado o requemado, que no te voy a decir que no (sí señor, soy una zampabollos como el muchacho de la labranza y eso que no he pasado necesidá…)! ¿Lo de colocar las pastillas en fila india y coordinando formas en cosa de Pablo? Siempre me he preguntado qué necesidad hay de hacer esas macro-pastillas intragables que más parecen supositorios: es un bajón empezar el día con esa prueba de fuego. Un truquito para cuando a Pablo le resulte complicado colocarlas en el gazñate: se machan con un buen mortero, se mezclan con un poquito de puré, compota o gelatina, y topa’dentro… Un beso muy grande, mis queridos muchachos.

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    1. noteclavesilustracion Autor

      Tendrá que llegar el momento del molido pastillil,, pero todavía no, aún estamos en el esfuerzo de tragar. Se las pongo yo en orden, la primera es el protector de estómago, que en realidad debería ir media hora antes de las demás y en ayunas, perooo…son demasiadas normas. Ese abrazo y el agradecimiento por los consejos y el cariño que se desprende de ellos, Máx querida😊😙

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  4. evavill

    Muy buena la anécdota del pan, ya dice el refrán que a buen hambre no hay pan duro ( ni crudo ni quemado).
    Lo de las pastillas me ha recordado a mi abuela, también tomaba muchas, cada una de distinta forma y color y las ponía muy ordenaditas junto al plato.
    Besos ( otro a Pablo)

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  5. palmeiralibre

    Para mí lo difícil de bajar era el Ibuprofeno y los antibióticos a pasto, cuando lo de las cuatro operaciones en la boca a causa del boquete que me produjo el intento de implantar una muela.
    Jamás tiro el pan. Durante el verano me fui abasteciendo del que pretendían echar mis hijos a la basura al finalizar al día. En vez de eso, lo fui congelando y, al quedarme sola, no tuve necesidad de comprar pan el resto del veraneo. Encima, auténtico pan gallego…
    Hasta mañana: hoy pretendo ir pronto a la cama.

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    1. noteclavesilustracion Autor

      por eso, por el coste de tragar, hay tantos dichos alrededor: «tragar ruedas de molino» «dorar la píldora»(¡madremía, la de perrerías que te hicieron pasar en la boca!)…No, tirar comida no se debe, Pablo siempre me dice «esto guárdalo pa merendar» cuando algo sobra😊te digo buenos días y espero que hayas descansado bien

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  6. whatgoesaround

    Jajaja, cómo me he reído. Muy bueno ese refranero improvisado y esas rimas gastronómicas. A ese hombre no se le resistía nada. Como sabe a entrada divertida, me la como sin medida. Por cierto, esto de putear con el pan quemado o crudo me ha recordado a la maestra y el chiste de Jaimito y el número 23. Si quieres leerlo tendrás que buscarlo en mi sección de chistes, ahí está. Te reirás.

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  7. saricarmen

    ¡Ja,ja,ja! Es que esto de las pastillas grandes es un problema… Hay que concentrarse bastante al momento de ingerirlas. Y claro, a Pablo le vienen enseguida los refranes y sus recuerdos, aderezados con su buen humor. ¡Estupenda entrada, Note!
    ¡Abrazos para los dos!

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  8. tecuentodeviajes

    Mi abuela desayunaba pan duro mojado en té con leche, ella le llamaba «migotes». Y siempre, siempre, todas las mañanas acompañaba su «migote» con una pastilla de Okal que ponía en la cuchara con un poco de té y se la tomaba a medio disolver, más blandita. «Mi querida Curra» murió con 99 años…habrá que releer el prospecto del Okal 😮 Un abrazo calentito y reponedor.

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  9. Estrella RF

    Cualquier cosa le sirve a Pablo (y a ti) para contar anécdotas. Y es que esa pastilla azul es un poco grande y él ya no tiene el gazñate como aquel trabajador que lo mismo comía la hogaza como un tizón que como un trozo de chicle… El pan que se me queda duro, que algunas veces pasa, lo terminan comiendo los gorriones del jardín, a veces están esperando y si no tengo duro se comen hasta el pan de molde, a estos gorriones les pasa lo que al del cuento, «to pa dentro»
    Un abrazo.

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