– ¡Mira cómo tiran las galletas! Poco hambre hay…
¡qué tiempos aquellos! «¡He síiiio yooo!» – Dice con voz lastimera – Eso decía uno que robó un guarro, uno pequeñito de teta, un lechoncito …y no lo robó por hacer mal a nadie, si no porque se padecía mucha hambre ¡Oye! ¡cuánta hambre no tendría pa comerse un guarro entero de una sentá, sin pan ni ná! Le pilló la guardia civil porque vieron el humo de la chamusquina, pero cuando llegaron, ya se lo había comío
…Lo robó de una casetilla que tenían allí con una guarra y las crías…y se tuvo que meter por la chimenea, así en estrecho …y luego no corrió mucho, allí cerca se quedó y se hizo una lumbre con una poca leña y a mal asar, sin pan, ni sal siquiera…porqueee…no creo que llevara sal así en un bolsillo, ¡A ver! Bueno, lo que fuera, la cosa es que le pillaron y tuvo ir recorriendo el pueblo con el pregonero. Es que entonces era así, cuando alguien hacía algún estropicio y no podía pagarlo, le hacían ir al lao del pregonero que iba relatando el delito:»Turuuuuu, turuuu…han robao un guarro en tal siiiitio, que pertenecía a fulano de tal…» Y el pobre iba diciendo:»Y he síiio yooo, pero ya me lo he comíiiio»
Ay qué bueno, aunque si ese era el castigo salía bien lo de robar… o igual eso era camino del calabozo.
Tiene razón Pablo, donde hay hambre ni sobra ni se tira comida.
Un abrazo.
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El escarnio (se dice así?) público te parece poco (que no hagas oposiciones a jueza digo) 😨😵😱Te abrazo y lo pregono😊😙
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Descuida, me faltan cualidades -aprendidas e innatas- para ser jueza… Que si al dueño del lechón le parecía bien no digo nada, pero a mí me parece un poco como eso de «dame pan y dime tonto»… Voy a preguntar yo a mis padres qué hacían en sus pueblos, ahora tengo curiosidad. 🙂
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Pregunta y me lo cuentas
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Vaya, mi madre no se acuerda pero no le suena eso de pasearlo por el pueblo. Pero ahora le ha surgido la curiosidad a ella también y va a preguntar a sus hermanas, je, je.
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A lo mejor no había delincuentes en el pueblo de tu madre
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¡Eso ha dicho ella!
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«también existieron pregoneros en lo judicial(…) Su función era acompañar al reo pregonando el delito de éste en las penas de muerte, previo a los azotes y para vergüenza de los implicados» fuente Wikipedia
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Ay, lo hacían camino del castigo 😦
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La historia genial como siempre, pero esos dibujos en blanco y negro son fantásticos. En cualquier momento haces una serie tipo comics. 🙂
Un abrazo!
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Me encantaría, pero hace falta mucha técnica para dibujar cómics (queyonotengo) Te abrazo Claudia y te agradezco tu atención y seguimiento 😊😘
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🙂😙😍
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Ay, qué bonito…
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Al lado del pregonero y relatando el delito: pues no me parece mal castigo, no… ¡por mí lo instituía de nuevo! Por cierto, el consistorio de aquí sopesó aplicar algo parecido a los guarretes que no recogían las caninas de sus perros. El castigo propuesto consistía en barrer las aceras y, como el presupuesto no daba para tal cantidad de pregoneros o pregoneras, se sustituirían por una camiseta (o un gorrito) en la que pondría algo así como “Lo reconozco: la caca es mía”. Al final cambiaron de idea, imagino que por lo del “escarnio” del que habla note, pero no sé, a mi la idea me parecía muy divertida…
No tiene nada que ver, pero ¿cómo podéis ser tan ingeniosos ambos dos? He vuelto a leer los primeros relatos, y me han gustado incluso más. Es curioso, pero leídos “de seguido” se percibe una especie de madurez vital…
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Cada vez que abres la boca es para contar algo interesante (lo reconozco, la caca es mía) y voy creciendo contigo 😊😙😙
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Hace ya muchos años tenía por costumbre visitar de vez en cuando a una tía política que vivía a una considerable distancia. Para obligarme a andar, dejaba el coche en casa y hacía el trayecto a pie llevando encima sólo 100 pesetas por si a la vuelta claudicaba y acababa tomando el autobús.
Caminando a buen paso por la acera casi tropiezo con un viejecito que, de rodillas, parecía hacer flexiones con el torso. Con el ritmo que llevaba pasé sin pararme. Pero unos pasos más adelante reculé para observar al hombre.
Poniéndome a su altura pude comprobar que lo que hacía era arrancar trocitos de un “chupachú” pisoteado y pegado al suelo, llevándoselos a la boca.
-¡Pero qué hace! -exclamé.
El hombre respondió:
-“Cuentan de un sabio que un día…”
Le di las cien pesetas y le pedí que se comprase un “chupachú” limpio.
El hombre, mirándome, exclamó:
-¡¡¡Bonita!!!
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Madremía qué historia! Sólo por provocar estas memorias merece la pena el esfuerzo de «dar recado de Pablo». Un súper abrazo, querida Palmeira y libre
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Cuando estaba acabando de contar mi historia, sonó el claxon avisando que venían a recogerme para comer en casa de uno de mis hijos y me he ido sin despedirme siquiera.
Las que cuenta Pablo sí que son buenas y bonitas historias. Otro abrazo grandote.
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Pablo continua rescatando escenas del pasado no tan lejano y que sin embargo se siente remoto (pero no, está cerca, vaya que sí). Y tú, sobrado: tres dibujos bien chulos. El del presente, a colores; los dos del pasado, en blanco y negro, como mandan los cánones.
En cuanto al asunto del escarnio público (que palabra más fea esta del “escarnio”), te diré que a mí no me gusta demasiado; bueno, la verdad es que no me gusta nada. Sí, es cierto. A veces, ante tanto sinvergüenza como anda suelto, dan ganas de que se reinstaure. Pero no nos engañemos, al final acabarían contando sus culpas los “roba gallinas”.
Un abrazox2
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«Están los que la hacen y los que la pagan y casi nunca hay coincidencia» dice Pablo y se queda dormido 😊😙
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Me gustaría no estar de acuerdo, pero no puedo…
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Es un relato cruelmente gracioso 🙈
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Jajaja, qué gracioso, y a la vez totalmente fiel a unos hechos que por supuesto me creo de pe a pa. Aparte de la historia y las frases soltadas por el comilón, me ha hecho mucha gracia el segundo dibujo. No sé por qué, me ha parecido la imagen de una película japonesa, con el hombre sentado en el suelo en medio de un prado. Y el guardia civil es que te ha quedado como un samurai con esa capa. Es extraño, ¿verdad?
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Sí es extraño, pero me gusta lo extraño y ahora me quedo dándole vueltas a lo del samuráiguardiacivil🤔🙃
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