En la semana que está pasando en casa de estas buenas y acogedoras personas, Pablo come con más apetito sin que se le hagan bola las verduras en la boca y se sienta tranquilo en el sillón muy contento de tener oídos nuevos para contar sus ocurrencias.
– A mí leer nunca me ha gustao, no es que no sepa, es que se me hacen los ojos chiribitas y no me queda por menos que dejarlo y ponerme a hacer otra cosa…Al cine sí que he ido mucho, con mi novia de formalidá, que no gustaba mucho de ir al baile…y allí en el cine se veían también buenas historias…¡Uy!, me estoy acordando de una que llamaban Genoveva de Brabante, que era una mujer que se tuvo que echar al monte porque su marido que estaba luchando a espada, contra los moros, se creyó…¡vamos, que contaron que ella era una mala mujer y había estao con otro!, pero no estaba y tuvo que alimentar a su hijo con raíces y yerbas, hasta que su marido se echó a deber de que todo era una falsedá de los malidicentes y se fue en su busca…
-Pero, oyes, qué memoria! -dice Paco levantando la cabeza de su libro-Si esa película debe ser muy antigua, de las mudas, de las de Rodolfo Valentino…
– Es que a mi noviaaaa…no le gustaba el baile, vamos, que no bailaba bien…y al cineee…¡Uy, al cine!
Me encanta el dibujo, me entran ganas de sentarme y leer o cabecear un rato. Claro que lo que me gustaría de veras es charlar con Pablo sobre el cine. Bueno, sobre el cine no, sobre los cines. De la impaciencia con la que esperábamos a que las cortinas comenzaran a descorrerse, lentamente, entre palmoteos y risas y voces que arreciaban a medida que asomaba la pantalla blanca en la que ocurriría el milagro. Y luego estaba la otra película. En los cines de esa España oscura en la que prácticamente todo estaba prohibido, también los besos en público que yo lo he visto y no soy tan mayor, en esos cines, la gente podía besarse y meterse mano. Pero también eran un lugar propicio a los desmanes. Allí las chicas (ellas nuevamente) se sorteaban quién se sentaría en la esquina, pues siempre podía sentarse al lado el salido de turno. ¡Uy, los cines! Un gran abrazox2
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Gracias por este comentario tan precioso (que ya él sólo merece un post) Pues Pablo dice que a esa novia de formalidá le gustaban tanto las películas (me la imagino como la Rosa del Cairo, más enamorada de lo en la pantalla sucedía, que en esa realidad casposa y reprimida que les tocó vivir) que no había forma de «meterla mano» allí 😁😁😁
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Y los abrazos aquí van, querido amigo
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¡Pero qué verderones se os ve a los dos con los cines oscuros y las metidas de mano! Pablo está hablando de su novia de formalidá y eso, en un buen chico de la época, lo imagino impensable… Yo no llegué a verlo, pero en el cine de mi pueblo, en cuanto había beso de por medio, por casto que fuera, el técnico a cargo del cinematógrafo enchufaba la mano delante del proyector y lo único que el público veía, entre pataletas y silbidos, eran sus dedos gordezuelos proyectados sobre la pantalla. Es un texto precioso, Note, ¡y qué voy a decir de la explicación de Álvaro! Pura poesía…
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😂😂Me imagino lo de la mano, era censura sobre censura (porque se supone que en esa época todas las películas pasaban por un censor antes de ser proyectadas al público) Menos mal que llegó la dos con sus conspicuos reportajes sobre las costumbres sexuales de las mariposas y ahora somos todos libres y salvajes 😉😊 Un montón de besos Carmen Disaster, querida
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Hermoso relato!
Me quedé pensando en la última frase de Pablo: «Es que a mi noviaaaa…no le gustaba el baile, vamos, que no bailaba bien…y al cineee…¡Uy, al cine!»
¿A su novia no le gustaba el baile o él prefería el cine???
Abrazos!
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A Pablo le encanta bailar, en el pueblo le llaman «fredaster»😁(algunos) Se sacrificó por su novia que era una fanática del cine. Pero acabó enganchándose él y de repente te cuenta el argumento de alguna película que le impresionó. Abrazos, Claudia
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🙂 🙂 🙂
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Esto de los cines es muy ilustrativo; y no sé, pero los reflejos de Pavlov siempre nos llevan a lo mismo. Una pena que tiene su encanto ¡Con lo buenas que eran las películas!. Y Pablo, pues eso, a disfrutar del cine, como Dios manda.
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Ahora ya, Pablo, no es capaz de seguir el hilo de una película, se aturde y se le cruzan un poco los cables. Pero sí, lo ha disfrutado muchos años (aunque no sé si por mandato divino😉)
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Me alegro de haber llegado tarde, así he disfrutado el texto y los comentarios tan instructivos.
Yo la primera película que vi en el cine fue E.T., que salía desnudo y no lo tapaban, ja, ja. Sin más, por aportar experiencia yo también 🙂
Abrazos.
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Y qué bonita E.T., a mí me marcó mucho en la parte de relacionarme con seres de otros planetas. Yo no sé cuál fue mi primera película. Veo mucho cine, antiguo, moderno, marvel, indi, chino, coreano, ruso, pero así: https://youtu.be/hQQiH22YeJc pongo aquí la canción de un amigo sobre piratería Un montón de abrazos cinematográficos, querida Laura
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Oye, muy chula 🙂
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Intenté subir ayer un comentario a este relato y no hubo manera. Me ocurre lo que a Pablo: nacimos demasiado pronto para familiarizarnos con estos inventos.
El mío era un cine de pueblo y no tenía cortinas: una pared completamente blanca y eso era todo. Lo que peor se llevaba eran los cortes. Cada vez que se producía uno, la gente joven chillaba y pateaba hasta que se solucionaba el problema. Y cuando se producía un amago de erotismo -no más que el inicio de un beso- el cine se venía abajo con los gritos de «¡cuadro!»., «¡cuadro!».
Yo también vi la película «Genoveva de Brabante». Más tarde la hicieron santa. A Genoveva.
Me imagino a Pablo con su «novia de formalidá» en la última fila. Un abrazo.
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Estos comentarios de vuestros recuerdos, tan bien escritos, me emocionan y llenan de contenido este blog, da recado de mi «y de todos mis compañeros» como se decía en el juego del escondite. Muchas gracias Palmeira, que me alegra mucho que seas libre. Y un abrazo
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En un post que tengo de hace tiempo, hablo de mi afición a leer desde niña y comento que el primer libro que leí fue Genoveva de Brabante (https://estrf.wordpress.com/2015/04/23/leer-es-vivir-infinitas-vidas/) y que lloré como un magdalena…
Y en cuanto al cine hoy precisamente comentaba con unos amigos que mi primera película en un cine ambulante de los que iban por los pueblos fue «un rayo de luz» de Marisol. Ha llovido mucho desde entonces. Y recuerdo en mis últimos tiempos de internado, cuando ya nos dejaban salir por la tarde los sábados y domingos, íbamos al cine del pueblo donde estaba y por tres pesetas, teníamos sesión continua de dos películas, ¡qué recuerdos!
Un abrazo.
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Veo que esto del cine a desencadenado un torrente de recuerdos muy interesante y ameno(ya he visitado tu post de primeras lecturas y me ha gustado 😊) Gracias Estrella, habrá que ver ese «rayo de luz». Un abrazo y mucho ánimo para retomar tus escribires (aunque sea sobre la apatía, como te decía un compañero en algún comentario anterior)😙😙😙
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Hace unos años, el cine era el lugar de encuentro… supongo que todos los que lo recordamos, lo hacemos con nostalgia.
Un abrazo.
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Mis abuelos me han contado historias parecidas de como la vida se hacía y se colaba en los cines, con aquellas viejas proyecciones, a las que quitaron tantos besos y caricias, escenas preciosas y espontáneas que sin embargo no podían detener en la vida real, allí sobre en los asientos se forjaron tantas emociones!!!
Que bueno tener el testimonio de aquellos días y ver de qué manera ha avanzado todo.
Besos
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Me alegra que esto te haya llevado a recordar historias de tus abuelos y creo que es bueno aprender (entretodos) a valorar los cambios, para bien (algunos)o para mal(otros)
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Y los besos siempre 😊😘
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Hola,
Como siempre, Pablo nos ilustra sobre una época que vivida o no, resulta interesante, chocante, reprimida, tierna, dura … y el cine siempre consigue trasladarnos a otras historias y realidades, así que entiendo que le gustara a la tal Genoveva de Bravante; por otro lado qué decir sobre las oportunidades que ofrece el cine 🙂
Como debo ser de la quinta de Luna, mi 1ª peli, o de las primeras en el cine fué ET, por aquel entonces hasta me daba un poco de miedo mirar aquella criatura que hoy me da cierta ternura!.
1 abrazo
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Gracias, querida Natali, por pasar a leer y resultar ilustrada. E.T. me parece un recuerdo precioso y emocionante para ser el primero de cine(Poltergeist, del mismo año, te habría dado más miedo 😉😁😁) Te abrazo y recibo el tuyo
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