Un día intranquilo

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Un día intranquilo. Se ha levantado, a pesar de mi insistencia para que volviera a la cama, y bien temprano ya tenía la gorra puesta esperando impaciente el momento paseo

– A quien madruga Dios le ayuda… que uno que madrugó se encontró un costal.

– Más madrugó el que lo perdió

– No, ese seguro que trasnochó

– Siempre te tienes que salir con la tuya

– ¡Ay! Estoy tan echao a perder que hasta ganar me incomoda…

Decide sacar una silla fuera para sentarse a la puerta. Vuelve a entrar a buscar su garrote. Salgo yo con una botella de agua y se la doy para que beba, mientras le advierto que me llame, si le apetece salir a andar de repente. Da un sorbito de agua y cierra parsimoniosamente la botella, dejándola en el suelo al lado de la silla.

– No, me quedo aquí sentao viendo pasar a la gente que me saluda y no sé quién son ¡Uy, eso es muy entretenío!…Además, que si me da un repentino de estirar las piernas… no te voy a andar llamando pa eeeeeso…- Me mira, se ríe – Tú descuida que no me voy a escapar.

 

21 comentarios en “Un día intranquilo

  1. Alvaro Salazar

    Viendo la vida pasar, así está Pablo en el dibujo… Luego, quien sabe, a lo mejor te ha llamado para dar ese paseo. O lo mejor le ha durado esa sensación de estar echao a perder y no le han entrado ganas de dar ese paseo… Mañana será otro día. Un abrazo!!

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  2. saricarmen

    A juzgar por el dibujo parece que no lo perdiste de vista y Pablo ni se enteró…no fuera que de pronto quisiera salir a estirar las piernas…
    ¡Me encantan tus relatos y dibujos! Tienen la particularidad de traspasarme vuestras emociones como si estuviese con ustedes.
    ¡Abrazos!

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  3. Daxiel

    Este relato postal es algo que por aquí se dejo de ver, mi abuelo materno fallecido en 1973, salia a la vereda con su silla, una pava de agua a punto hervor y su mate, nos puberes por entonces jugábamos en la calle a la pelota, carrera de autos con masilla y cucharita, escondidas o hasta a cachurrra monto la burra…siempre el observando, mucho tiempo mirando mientras esperaba el terminar del mate con su sonido característico del “ronque” y saludando a los vecinos transeúntes, sus reflexiones no distaban de la de Pablo, siendo originales y a lugar, muy lindo relato de vida.

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