-Si lo peor fue la posguerra
-¿Más que la guerra?
-En el tiempo que duró la guerra, en nuestro pueblo, que estaba en zona roja, nadie hizo mal a nadie y no faltó el pan y hasta se cocían dulces en el horno en los días señalaos
– Y en la posguerra ¿empezó el hambre?
– No era sólo la falta de alimento… era el miedo… que se vivía…como si te estuvieran vigilando…que ibas por la noche con el burro y cualquier sombra de retama que se movía en el camino se te hacía un guardia civil. Hubo que aprender a hacer tó a escondías, moler el trigo y escuchar la radio.
– ¿ La radio?
-Es queee – se ríe y baja la voz – nosotros escuchábamos La Pirenaica, (Radio España Independiente) que era… donde llegaban las noticias de los presos…y de los que se habían escapao a Francia y a otros laos…Leían las cartas que escribía la gente de lo que pasaban… lo que no se podía decir. Esperábamos a cerrar la tienda y con mucho cuidao de no dejar ninguna rendija abierta… buscábamos la emisora, que era en onda corta, temiendo siempre que alguien alcanzara a pasar por la calle y oyera las interferencias…
Qué relato tan chulo: recuerdo cuando mi abuela, costurera, me contaba como se había preparado un abrigo lleno de «dobles fondos» para el estraperlo. Lo llenaba de tantas cosas que tenía que hacerse pasar por embarazada. ¡Cuántas tardes he pasado escuchado esas historias!… sé que me repito, pero me encanta como las cuentas…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias mil por leer estas historias de Pablo y cuánto me alegro que te lleven a recordar las de tu abuela, la memoria histórica de esa época oscura. Y, por supuesto, me encanta que te repitas😉😍😘
Me gustaMe gusta
Lo peor es el miedo… qué cierto y que doloroso sentir, vivir con eso y por cuántos años….
Me gustaLe gusta a 1 persona
Creo que en tu país se vivieron cosas parecidas. Y probablemente ahora se están viviendo en algún otro sitio, porque como dice Pablo, «las guerras no se acaban nunca»
Me gustaLe gusta a 1 persona
Exacto, Terrorismo de Estado: muertos, desaparecidos, exiliados…. Todavía Las abuelas de Plaza de Mayo siguen buscando a los bebés apropiados…
Me gustaMe gusta
«El horror, el horror»
Me gustaLe gusta a 1 persona
Y me acuerdo que también escuchábamos Radio Colonia (de Uruguay) para saber realmente lo que pasaba….
Me gustaLe gusta a 1 persona
«Todas las historias son la misma» dice un canción
Me gustaLe gusta a 1 persona
Qué maravilla, estas historias. La verdad, a mí también me ha recordado las historias de mis abuelos. Como siempre, entrañable e interesante.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Coincido con Claudía. Lo peor es el miedo… y el silencio. Ya se sabe: En boca callada… Cuanta castración, cuanto miedo.
Por eso, cuando pienso en esa gente que se reunía en torno a la radio para escuchar palabras que venían de muy lejos, que casi eran de otro, que se la jugaban por escucharlas, cuando uno lo piensa los quisiera abrazar. Dale ese abrazo a Pablo de mi parte.
Y que no se nos olvide.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias querido Álvaro. Ese es, de alguna manera el propósito de estas historietas, dar recado. Transmitiré este sentimiento a Pablo y tu abrazo 😊😚
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muy buen relato. Justo estoy ahora leyendo un libro donde hablan de la Pirenaica, “Inés y la alegría”, de Almudena Grandes. La protagonista también escuchaba la emisora a escondidas… Un saludo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues si está en una novela de Almudena Grandes, debía de ser algo común, entre la gente que aún tenía energía para la esperanza y escuchaba esas emisiones como una forma de resistencia. Esta escritora está muy bien documentada. Muchas gracias, Maite, por pasar a leer estas pequeñas crónicas de Pablo y saludos
Me gustaLe gusta a 1 persona
La novela es fabulosa. Recrea un hecho histórico que tuvo lugar en 1944, cuando un pequeño ejército de comunistas españoles en el exilio intenta invadir el Valle de Arán desde Francia para volver a instaurar la República. Lamentablemente, no les salió bien la jugada… Un saludo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias por este apunte tan recomendable. Habrá que leer😊
Me gustaLe gusta a 1 persona
Y gente viviendo en «caños» (pasadizos) escondidos en las casas o en cuevas en el monte, todos con miedo, claro.
Me gustaMe gusta
Pero hay quien llama a ese periodo «la paz»
Me gustaLe gusta a 1 persona
«La Pirenaica», la misma que en casa… Tu dibujo retrata muy bien esa aprensión.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Esas cosas mantenían viva su esperanza, de alguna manera
Me gustaMe gusta
Ese miedo, el constante recelar no se olvidan. Los recuerdos de Pablo me llevaron a los míos. El 11 de septiembre de 1973 los militares se tomaron el poder. Yo tenía 21 años y estaba embarazada de mi primer hijo. Ni en el trabajo, ni en ningún lugar público nos atrevíamos a expresar nuestras opiniones. Debido al toque de queda, temprano debíamos resguardarnos en nuestros hogares. Las radioemisoras estaban controladas y la única forma de saber qué era realmente lo que ocurría era sintonizando en onda corta lo que se decía en otros países. Todo esto esto mientras se oían ráfagas de metralletas en algún lugar. La verdad y magnitud de lo acaecido en esos años, ha trascendido mucho después, y no en su totalidad.
¡Qué viva la libertad y ojalá en ningún lugar se viva con miedo y opresión!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Conmovedor relato, Sari querida. Muchas gracias por compartirlo aquí. Verdaderamente no hay lugar en el mundo donde no haya habido una batalla, pero esas «victorias» opresivas de la razón es lo que da más miedo. Brindo contigo por ese deseo de libertad
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me encantó, el miedo nos puede llevar a circunstancias adversas a las que necsitamos.
Me gustaLe gusta a 1 persona