Hoy teníamos cita en Serveis Socials del Ajuntament, para informarnos sobre «tecnología y sistemas localizadores de ancianos desorientados y deambulantes». Pablo, en silencio, observaba cómo buscaban información y requisitos en el ordenador y cómo se perdían en unos vericuetos por los que él nunca ha caminado.
– ¿Qué resultao han dao?
Me pongo a hacer un resumen , pero veo que lleva la mirada perdida hacia el río y que no me está oyendo.
-Pablo, ¿me oyes lo que te digo
-No…¿Oyes tú a esa rana?
– ¡No me digas que oyes una rana desde lejos y a mí no!
-Si es pa hacerte de rabiar…¿Quieres saber como sigue el cuento?
-Sí
-Pues al siguiente que preguntaron fue a un perro viejo y apaleao que pasaba por allí y contestó lo mismo que el burro. Que cuando había servío pa cazar y guardar la finca no le faltaron huesos y pan duro y hasta alguna caricia por el lomo, pero ahora, que ¡mira!, no le dejaban ni morirse alli tranquilo en el corral. Y que lo habían echao a palos, olvidándose de tó lo bien que se había portao con sus amos…
-Así que la serpiente…
-Así que la culebra se retorcía de gusto y pa alargarlo más, le dejó al soldao que preguntara a otro que se movía entre los arbustos
Para mí, está claro: Pablo quiere más helados.
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Ains, que no nos enteramos de qué paso. Muy chulo el dibujo.
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Es como si el se pusiera en el lugar del perro, del burro (creo que Laura lo dijo el otro día) y «la serpiente» no lo deja tranquilo. Explicaciones, trámites, papeleos…. Prefiere escuchar sonidos familiares …
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Corrección: «es como si él»
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Pablo le sigue el rastro a sus preocupaciones. «Mal por bien»…
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Veo que Pablo tiene una retranca… Vamos, que se las sabe todas.
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Así que la fábula de la serpiente venía de atrás. ¡Pero qué sabio es Pablo, sabio y observador!
Un abrazo.
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