Una mareíta muy fina

Así como recuerda y cuenta con gran detalle sus historias de infancia y juventud,  el tiempo de ahora le parece una invención laberíntica por donde deambula sin saber si lo sueña, o lo vive.

– Pablo ¿Seguimos con el árbol?

– ¡Uy, no! No tengo ganas de ponerme a trabajar con esta mareíta tan fina.

Y se mete en la caseta a quedarse dormido. Una hora después le llamo

-Pablo

-¿Qué hora es?

-La hora de bocadillo

– ¿Es que ya hemos trabajao? El bocadillo hay que ganárselo.

– Yo creo que tú ya te has ganado todos los bocadillos de todas las jornadas del mundo, ¿qué no?

– Y yo qué sé, si no sé ni lo que me dices, pero – se levanta de un brinco y sale- ¡Uy! Parece  que se ha levantao una mareíta fina y no hace tanto calor como antes ¡Habrá que hacer algo!

-Lo que quieras

– Pues si no mandas ná, voy a ponerme con el árbol, a quitarle las ramas que estorban pa moverlo – Va hacia el árbol – Para esto va a hacer falta una herramienta de podar, pero ¿dónde estarán?

-Ahí, en su sitio

Suspira, coge una tijera podadora bien grande y se pone a la tareaIMG_20170524_161537.jpg

 

15 comentarios en “Una mareíta muy fina

  1. saricarmen

    ¡Qué excelente idea la de Claudia! ¡Tus dibujos son muy buenos y merecen una genial entrada, como las que comparte Claudia!
    Siempre que leo sobre Pablo, sus recuerdos, decires y «demases», me quedo preguntando cuál será su edad y cuántos años lleva con su dolencia. Lo mejor es, que además de conservar esa sencilla sabiduría, aún puede realizar actividades a las que estuvo acostumbrado y ello, por cierto, le resultará muy gratificante.
    ¡Un gran abrazo!

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