-Este ruido que va haciendo el garrote es porque se le ha gastao la goma
-Es que le das mucho trote
-Se gasta, ¡claro! Vamos a ver si llegamos a la ferretería antes que cierren y nos hacemos con otra
-Mañana tendrá que ser, ahora está cerrado…
-¡Uy! ¿tan tarde es ya? Por aquí es que echan muy pronto el cierre y ¡abren bien tarde!
-Tienen buen horario. Vosotros, cuando teníais la taberna…¿que?
-¡Uuuuuh! Hasta que querían irse, se quedaban jugando a las cartas yyy… Y mi padre se iba a la cama diciendo que tenía que madrugar mucho ¡Toma, igual que yo! Pero allá que me encasquetaba a esos que se hacían los remolones… Me iba quedando adormilao y decían «¡Vámonos!» Y yo me ponía tan contento, pero era cosa del juego, a mi como nunca me ha gustao jugar, ni sé que querían decir con eso. O se enredaban a discutir cómo se plantaban los melones…pero el caso es que no se iban…Y ya por último quitamos la taberna…había que aguantar mucho y no salía a cuenta… – va acelerando el paso – ¡Vamos a ver si llegamos a tiempo y no han cerrao todavía!
El acu, el ferracatón, lo llamaba mi güelu a esa goma del cayáu o muleta… A él también le parecía que los tenderos madrugaban poco y que echaban pronto el cierre (peslar, decía).
Pero, bueno, vámonos que esta gente querrá irse.
Cada día me suena mejor la voz de ese señor, me recuerda la de los míos, que ya no están.
Un abrazo a los dos.
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Qué bonitas palabras, tacu, cayáu…Me alegro que te alcance el sonido y la memoria de tus abuelos. Ese abrazo!
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Perdón, quise escribir «tacu» no acu.
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