Hoy hace viento y en la playa hay un grupo de gente practicando kitesurf. El aire eleva las cometas de colores y ellos se deslizan sobre el agua que hace espuma. La gorra se separa de Pablo y quiere también participar del baile. Corro a recogerla mientras él trata de coordinar sus movimientos y cuando se la entrego le cuento que en el oeste no es buena cosa perder el sombrero
-Sí es que no puede ser, si es que aunque quiera, ya los movimientos no me obedecen…En otro tiempo ¡ibas a haber cogido tú la gorra antes que yo! ¡La había cogido yo de un brinco!
Se cala la gorra como si se calara una inquietud en la cabeza y volvemos a casa. En la puerta de al lado está Conchin, nuestra vecina que está haciendo limpieza en su casa. Nos saluda y nos dice lo admirada que está de lo bien que anda Pablo
-Mi suegra, que tiene unos años menos, anda así – y hace la imitación de andar muy despacio y torpemente- Pero tú Pablo ¡Hay que ver lo bien y lo mucho que andas!
-¡Uy! Yoooo, voy y vengo a la playa divinamente…y mucho antes de que se levanten estos ya estoy en danza