-Pablo, ¡que está nevando!
-Sí ya llevo viéndolo mucho tiempo por la ventana…
-Y ¿cómo no te has levantado? ¿te encuentras bien?
-¡Pues claro! Lo que tiene es que estoy aquí a gusto..
-¿Te traigo el desayuno a la cama?
-Pues no vendría mal…
-Cuando nació mi hermano Ángel, ¡cayó una nevada!…Y me acuerdo que tuve que quitar la nieve con una pala hasta la carretera, para que pudiera entrar el médico…
-¿Cuántos años tenías tú?
-Pues trece serían…-Suspira y sorbe un poco de leche- Nacieron tres ese año, un hijo del alcalde, el nuestro, y una niña que era de una familia muy pobre, muy pobre …-suspira, se traga las pastillas, recordando- No sé cómo la pondrían de nombre, porque se quedó con el mote de «malaño»…Y es que ese fue un año muy malo, el cuarenta y uno, ¡como aquel ninguno! Eso se decía… Y entonces hoy, ¿no salimos?
-Sí quieres. Nos abrigamos bien, porque hace mucho frío, ¡eh! …y damos un paseo…
-Siendo invierno, ¡es natural que haga frío! Quítame estos enredos que me levanto…